El sentido no es jamás el simple producto directamente conforme con la realidad. Resulta siempre de una negociación entre sujetos. Igualmente, el análisis de las prácticas intersubjetivas en las que nos vemos diariamente comprometidos constituye una vía privilegiada para captarlo. En este libro, el estudio se centra especialmente en esa práctica semiótica “en situación” que consiste en la determinación del sentido que atribuimos a la presencia del otro, cuando se encuentra ante nosotros, a nuestro lado o incluso en nosotros mismos [el otro que nos habita], y del cual depende la forma de nuestra propia “identidad”. Más que pretender decir el sentido, de lo que se trata es de analizar las condiciones de su emergencia en el marco de interacciones precisas y de contextos sociales diversificados. Relaciones de vecindad o de desarraigo producido por el viaje, promiscuidades mediáticas o puesta en escena de actitudes políticas, fluidez del tiempo que pasa al ritmo de las modas sucesivas o espesor de la distancia del ausente, el sentido nunca es dado de antemano, sino que es preciso construirlo paso a paso. Mejor aún, hay que conquistarlo: ¿a qué figuras, a qué dispositivos, a qué lenguajes recurrimos para que, por medio del otro, un poco de sentido, de tiempo en tiempo, nos haga, de pronto, presentes a nosotros mismos?