Reseña
Tiene el Cusco como presente y como punto de partida para elipsis desplegadas en lugares tan distintos y distantes como Estocolmo, Iquitos, Nueva York, Moquegua, Guatemala o Aguaytía. El narrador se desplaza simultáneamente en dos registros: uno externo, de lugar a lugar, que emprende en trenes, buses, aviones y barcos; el otro, más interior, que transita en vehículos difíciles de conducir, como el alcohol y ciertas drogas setenteras. Transporte generacional ya en desuso, visto con los ojos de hoy, sin moralina ni apologética sino tal como fue. Al final, la esencia es el viaje sin por qué, el acto gratuito carente de causa y contenido.