La Biblia es -que duda cabe- uno de los textos más leídos en la historia, pero a la vez uno de los menos comprendidos. Generalmente su lectura ha caído en interpretaciones literales y fundamentalistas o en citas sesgadas de capítulos y versículos para justificar una y otra causa. Por eso la importancia de este trabajo del padre marianista Eduardo Arens. En un lenguaje didáctico, el autor ha fijado claramente el contexto de los escritos bíblicos, dejando establecido desde el principio que no se trataban de "revelaciones" (como sucede con el Corán, por ejemplo) sino de historias contadas en un sentido literario, escritas en un tiempo específico y con intenciones precisas. Esta libertad le permite abordar los textos bíblicos en su real dimensión, explicando, en más de una ocasión, el real sentido de tal o cual afirmación. El lector descubrirá por ejemplo que las afirmaciones en el Antiguo Testamento sobre la longevidad de Abraham ("vivió ciento setenta y cinco años") o de Matusalén (vivió novecientos sesenta y nueve años) son exageraciones semíticas del hebreo de entonces para decir que eran hombres bendecidos por Dios, pues la vida es un don de Dios, y no significan literalmente que vivieron tantos años. El libro está dividido en tres capítulos: la primera narra la génesis de los textos bíblicos en su contexto histórico, cultural y social; la segunda se ocupa del canon bíblico, es decir de cómo fueron aceptados unos textos y otros no, que después serían considerados "apócrifos"; y la tercera está referida a la hermenéutica, es decir a la interpretación propiamente dicha de los textos sagrados. Un libro sumamente interesante. (JPL)