Como buen arequipeño Alberto Hidalgo (Arequipa 1987 - Bs As. 1967), nació con la "nevada", pero al igual que Obelix que de pequeño cayo a la marmita de poción mágica sus efectos fueron permanentes en él. No es fácil encontrar un caso parecido en toda la literatura universal, pues su talento y su obra pasaron a un segundo plano por culpa de su personalidad atrabiliaria y retorcida. No hablo bien de casi nadie y hablo mal de casi todo el mundo (del prólogo del libro de Fernando Iwasaki)