Dentro de una perspectiva postmoderna, que no admite la superioridad de la razón sobre el mito ni del mito sobre la razón, sino que aborda ambos discursos en términos de igualdad y de legitimidad. Gustavo Flores logra mostrar con penetración analítica y persuasión elocuente que no hay forma superior de hacer filosofía, que el pensar filosófico no se identifica exclusivamente con las características presentadas en la cultura occidental y en Grecia y que es prejuiciado y etnocéntrica la distinción entre filosofía en sentido lato y filosofía en sentido estricto, y que inclusive en el seno europeo no fue desconocida la vinculación entre filosofía y religión, filosofía y mito. Es decir es necesario abandonar el criterio eurocéntrico par superar el enfoque intelectualista y estrechamente racionalista de la filosofía.