Carlos García Miranda (Lima, 1968) se inició en la narrativa desde las aulas sanmarquinas, donde estudió Literatura. En 1992 obtuvo el primer premio de los Juegos Florales de dicha casa de estudios, lo que le impulsó a concretar su carrera literaria. Su primer libro, Cuarto desnudo (1996), expresa el vacío existencial de los jóvenes de la generación de 1990, víctimas de la violencia política. Sin salir de esa atmósfera opresiva, todo lo contrario, ahondando en ese terreno, García Miranda saca a luz su segunda obra, esta vez una novela de gran interés. Distribuido en 70 fragmentos, que pueden leerse de modo independiente, el libro sigue las pautas de la intertextualidad, es decir, es un collage narrativo que nos remite a los cuadros expresionistas.
Los personajes viven en ambientes cerrados, decadentes y opresivos. Un viejo café, un dormitorio y un sótano son algunos de los escenarios. No espere una trama clásica, un relato de aventuras. En ese sentido hay un antecedente directo en La casa de cartón (1924), relato vanguardista de Martín Adán. Este libro es una muy buena forma de empezar en los predios de la novela. Mereció mejor fortuna en el Concurso de Novela de la Universidad Federico Villarreal en 2000, en que quedó finalista. (Jorge Coaguila. Identidades, revista cultural del diario El Peruano)