El libro realiza una descripción magistral del cerro Pan de Azúcar. Ese cerro tiene millones años de existencia. Cuántas crónicas encerradas en aquellas rocas de misterio. Si el gigante montículo de tierra y piedra pudiese hablar, desgranaría secretos urdidos entre los jirones de sus años. Tanta historia, rebasaría los estantes de las más formidables bibliotecas del mundo. Pero, para la tranquilidad de la gente: el cerro, es un banco de secretos que sólo entrega información ha determinado privilegiados. Pero, todavía así, el cerro no ha podido esconder su mejor misterio: La Piedra del Amor. Esa piedra andando los años ha inspirado a poetas, pintores, a furibundos buscadores de tesoros. Y, también, atrajo a buscadores incansables de conocimientos.

En efecto, en la persona del profesor Carlos Rivas quisiera saludar a todos los maestros del Perú y Latinoamérica. Sin temor a equivocación en figuras similares se refleja aquel ansiado perfil del maestro ideal: incansable buscador de sabiduría con compromiso social. Maestros de esa talla es la que necesita el Perú en situaciones actuales en el que la educación atraviesa su peor crisis. Y, aunque las limitaciones y dificultades son innumerables no han abandonado la preocupación por diseñar una línea cognoscitiva en concordancia con el desarrollo de la ciencia contemporánea, por buscar conocimientos e informaciones susceptibles de elevar la calidad de su desempeño, por desplegar esfuerzos individuales y colectivos en procura de encontrar vías precisas para favorecer el desarrollo de sus educandos y, en fin, por agruparse para pensar y luchar por una educa¬ción transformadora al servicio de las mayorías nacionales.