El tiempo de las luchas sociales ha sido el mismo ayer como ahora, el momento de clamar por los derechos fundamentales en una nación como el Perú no tiene fecha de caducidad. Tanto en los años aurorales de la República, cuando la conformación de este país la hizo la élite criolla, como en los momentos más álgidos del siglo pasado en que la oligarquía mandó a hacer Constituciones políticas a su medida, las grandes mayorías tuvieron siempre que levantarse por el logro o la restitución de una vida digna.

"Mi nombre es Paronacional" es la historia de una de estas luchas, una que se erigió en la Cuarta Zona de Collique, distrito de Comas, provincia de Lima, y que Walter Lingán nos invita a conocer desde diversas aristas: desde el punto de vista del migrante, del activismo político, de los influjos culturales y de la historia de sencillas pero heroicas vidas que sirven como referencia para constatar que la única forma que tienen los pobres para salir adelante en este país, es tomando conciencia de su condición de clase.

Pero el relato de estas epopeyas no tiene por qué ser sufrido ni dramático, tiene que tejerse más bien con la agudeza de quien sabe que junto a la indignación está también la alegría, y junto con la rabia habita la sabiduría popular. Es en este cometido que Lingán ha convertido al lenguaje en un personaje importante en esta novela, uno que permite seguir su lectura con la vivacidad que merece toda historia inolvidable, la cual tiene como punto culminante la heroica gesta del 19 de julio de 1977.