«Ni contra ni anti ni sobre-naturaleza: lo imprevisto en este libro es su modo de desnaturalizar el mundo conocido por medio del proceso artificial de una expresión. Vale decir: procede al desmontaje de la constitución nativa de las cosas, cosiéndolas después con los hilos de silencio que entreveran las palabras (Merleau-Ponty). Se diría que el herbario del poeta -retorciendo los conceptos de gestión, taxón, nomenclatura- lo que busca es preservar su imaginario, las mil y una hojas (como hubiera dicho Haroldo) de un poema. De ahí que Herbarium se nos ofrezca tanto en ramas que ralean (versos sueltos) como en pura espesura de palabras (prosa gruesa). Se trata de un contraste no visivo: de visión, de percibir a fondo y con cada partícula de su estructura propia ese paso de viscoso a cristalino -y viceversa- del lenguaje natural al de la lírica.

Al final, las hojas de este Herbarium se compactan como en humos, nunca en yesca. Y al querer arder fecunda un “bosque nómade de cantos». León Félix Batista.