Gail Silverman describe como los Incas usaron formas geométricas para escribir el Quechua Prehispánico, demostrando al mundo que los Incas conocieron la escritura.

Basándose en la analogía etnográfica cuando existe evidencias de una continuidad en las prácticas culturales andinas, cuatro cronistas y vestigios arquitectónicos Incas, Silverman revela la estrecha relación entre la forma exacta de un tocapu y su relación con la gramática quechua prehispánica.