Editorial(es): Cielo Gris Editores
Lugar de publicación: Lima
Año de edición: 2020
Número de páginas: 138
ISBN: 9786124787560
Formato: 21.0 x 14.0
Hay textos narrativos literarios que funcionan de manera acertada para trabajarlos en clase, ya sea con púberes o adolescentes. Son textos que sirven como disparadores o abren cauces y despiertan interés para el ingreso posterior a ámbitos aún mayores, a la razón central de un sílabo o una programación de clase, por ejemplo. Esta, considero, podría ser una de las mayores virtudes de La ceguera es como el mar, de Jeremías B. Martínez, novela que nos ofrece una mirada ingeniosa de la Odisea, en la medida en que hace uso de un guiño, no nuevo mas sí pertinente, y reconfigura de ese modo el escenario general de un entramado mitológico al que, tras la lectura de este libro, se consigue acceder de manera más llana, lúdica y amigable. Para este propósito, Argos, el perro de Odiseo, paradigma del amor incondicional y la fidelidad a toda prueba, se transmuta en nuestro visor privilegiado. A través de su sentido de orientación y su lectura perspicaz de los hechos, más que de su vista semivelada por la ceguera, asistimos, en calidad de veedores discutibles, precisamente por esa visión inexacta, a hechos contenidos en el poema épico griego atribuido a Homero y al ansiado “nostos” del personaje central. A este fin, su autor propone una receta clara: Todo texto puede y debe ser enfrentado y leído de manera acuciosa desde múltiples atalayas o puestos de vigilancia. Y para ello, la novela no se detiene en elaboraciones mayores, sino que fluye como un viento fresco, donde la tierra es el lugar seguro para el manejo de un lenguaje sereno, y el mar, contenido, aguarda otro tipo de arrojo. En esta obra, una ficción se gesta al interior de otra. El componente fantástico se erige válido, admisible. Aquí, la ternura y la sensibilidad operan generalmente como el centro mismo de lo dicho y lo sugerido. Su autor nos unta en los ojos una grasa de perro viejo y noble con la que revisitamos escenarios harto conocidos: asistimos a las partidas de caza, los entrenamientos y las competencias, los preparativos para la guerra, los alejamientos consabidos, así como al retorno definitivo. Y es que, como reza el título de la obra, si la ceguera es como el mar, es porque doblega y desvincula, pero también y, sobre todo, porque concede y restituye. Gonzalo Portals Zubiate