Estando próximos a cumplir 200 años de vida republicana y próximos, también, a espectar cambios políticos esenciales en el vecino país del sur, conviene revisar este tramo de la historia peruana y reflexionar sobre sus consecuencias. Años más, años menos, contemplaremos en Chile el desplazamiento del poder de una clase social por otra, una oligarquía desalojada por una clase media ascendente. Ignorando aún el sistema de gobierno a implementarse en esta república renovada, avizoramos un Chile diferente al actual, con otros objetivos nacionales, incluidos los geopolíticos. En cambio, el Perú esperará ese nuevo escenario con la misma oligarquía criolla, sin una clase media capacitada para reemplazarla, con una inmensa plebe dispersa, y endémicamente desarticulada en las regiones del país.

Habiendo sido el evento más traumático de la historia republicana, los peruanos carecemos de estudios totales de la guerra. Solo a finales del siglo XX algunos estudiosos realizaron recuentos y análisis fragmentados. Actitud contrastante con la chilena, cuyos historiadores abordan el tema desde diferentes perspectivas. Podemos atribuir a la mala conciencia criolla, a la herida en el orgullo que se resiste a cicatrizar. Mas hoy, que las regiones participantes de ese conflicto comienzan a despertar, es de esperar la aparición de sus voces en el proceso mas vasto en curso de la construcción de la identidad que los incluya.