Aunque publicada en 1955 (México), esta obra se adelanta en asuntos y en métodos a mucha de la novelística latinoamericana que vendría después. En primer lugar en cuanto el tema del mar. Aquel ha producido mucha de la mejor poesía de este continente, pero no puede decir que haya sido el material de muchas novelas.
En el caso de Puga Imaña, el mar es una obsesión, pero sobre todo un libro que congrega personas y destinos. Más allá de la poética contemplación de las olas, los atardeceres, las playas y las aves marinas, o más bien, más acá, hay una comunidad humana que vive en sus orillas. Son los personajes de Mario Puga. Es el puerto Eten, pero puede ser cualquiera de las bahías del mar peruano. Hay en ellas hombres y mujeres como Manuel Fiestas, con los mismos sinsabores e iguales esperanzas, con biografías similares y con destinos que solamente el propio esfuerzo y la lucha social podrían diseñar.
El mar tiene muchos significados en la literatura. En principio, el movimiento incesante de las olas que fascinan al lector y al escritor conduce a una concepción alborozada de la vida como mutación y permanencia. (Eduardo González Viaña)