A la muerte del rey Sancho III el Mayor, sus tres hijos quedaron como herederos de sus tierras. A ninguno le gustó tal decisión, de ahí que hubiera conflictos entre ellos. No obstante, Fernando I, uno de los tres, juntó varios reinos como el de León y Galicia, a Castilla y se casó con doña Sancha. Ello fortaleció sus dominios, lo cual lo convirtió en el rey cristiano más poderoso de la península. Este matrimonio tuvo cinco hijos, quienes a una edad adulta vieron con codicia el patrimonio de sus padres. Uno de ellos, don Sancho, mantuvo una buena amistad con el caballero Rodrigo Díaz de Vivar, cuya valentía y cuya lealtad ya eran conocidas en el reino.
Más adelanto, cuando Sancho se convirtió en rey de Castilla y quiso expandir su reino, fue Rodrigo quien lo ayudó a concretarlo. Por ello, Rodrigo adquirió más fama y se hizo conocido como el Cid Campeador, ya que no perdía en los duelos y prefería no derramar más sangre cuando su adversario se rendía. Sin embargo, eso también ocasionó que tuviera enemigos y pasara grandes dificultades como el destierro, especialmente cuando Alfonso VI se convirtió en dueño de esas tierras tras la muerte del rey Sancho.
Aun en etas condiciones, Rodrigo encontró su razón de ser en su esposa Ximena, su hijo Diego y sus hijas María y Cristina.