La novela refleja, a través de su protagonista, que no pertenece a la ficción, sino a la historia apurimeña del segundo y tercer decenio del siglo XX, y proporciona al lector ampla gama de detalles que nos inducirá con singular realismo al estilo señorial, romántico de Abancay de antaño,  evocando con cuidadoso seguimiento la figura de Alejandrino Montesinos, cuyos dotes de audaz, valiente y generoso, se convirtieron en el centro del diálogo familiar, por sus constantes sorpresas que tanto a policías y autoridades de la región brindaba, como cuando ofreció su caballo bayo al Prefecto Macedo en su viaje del Cusco a Abancay, o al lograr ponerle los herrajes al "Niño", que se encontraba aprisionado en manos de la policía como suplefaltas de su amo. Y así, Montesinos se convirtió en leyenda por la permanente persecución infrutuosa de los gendarmes en las punas y quebradas del Cusco y Apurimac.