Crónicas miraflorinas recoge una parte de las "Crónicas Hepáticas", columna que se publicaba en los diarios Correo y La Prensa. En estas crónicas Tomás Unger evoca hechos cotidianos relacionados con los periodos de niñez y juventud vividos por el autor, quien involuntariamente es un personaje más. Relatos dedicados a la "generación" del tranvía, la acequia, el radio, los cigarrillos Nacional de cajetilla roja, la Cola de a medio, los turrones y las peras azucaradas y el cine de a veintidos centavos.