Las acciones de la novela se desenvuelven en Loreto, que en medio de una relativa holgura económica, sigue en condiciones paupérrimas, como lo anota el narrador cuando emprende su viaje a esta región. Un viaje de descanso termina convirtiéndose en una aventura aleccionadora, en un viaje de retorno a uno mismo.

“Todos mis preparativos para el tan ansiado viaje de descanso estaban listos. Por fin, haría esa gira que tanto tiempo la había planeado. Cuidadosamente señalé las jornadas de ferrocarril, automóvil, cabalgadura, canoa y lancha. No pensé en aviones porque de ellos estaba cansado, por mis frecuentes recorridos aéreos en la costa. La región boscosa, la montaña a la que tanto añoraba. Los ´rboles a los que conocí por sus nombres, cuando no fui más que un chico. Las frutas silvestres, los peces, en fin, todo. Muy pronto estaría con ellos. palpándoles y saboreándoles con fruición. Como un niño que retorna al seno materno después de haberse extraviado todo un día. (…) Recuerdos de toda índole, gratos, amargos, de tristezas infinitas y de alegres picardías. De todo recordaré, pero ¡a Dios gracias!, no recordaré de ninguna infamia, porque aquellas no tuvieron cabida en mi ser”.