Esta novela rompe los esquemas de la narración realista y, con prosa pulida y sugerente, adentra al lector en un mundo donde pasado y presente operan en un mismo, alucinante, plano temporal en el cual la conciencia pierde sus puntos de referencia habituales.
Cuando Orfeo Desiderio, poeta a sus horas, opta por una jubilación anticipada, una voz imaginaria, la de Ada Adoremus, su gran amor de juventud, promueve en él ("¡mátala, mátala"!) un hasta entonces soterrado conflicto con Ania, su joven y ambiciosa esposa. Paralelamente, Orfeo conoce, en un bar tenebroso, a un anciano sobreviviente de los campos de la muerte, quien lo conminará a "resucitar" a su fallecida novia. Así, la voz de Ada se abre camino hasta las páginas de la novela y vierte una luz esclarecedora acerca de las razones que la llevaron, décadas atrás, a quitarse la vida en una ciudad, que podría ser Lima, aferrada a sus costumbres conservadoras y a su moral pacata. Al final, en un tercer acto en el que el autor aparece con su nombre propio, Patrick Rosas revive el momento en que, en 1968, en París, recibe la noticia de la muerte de su amada y los cuestionamientos existenciales que su reacción, de aparente indiferencia, suscitaron en él y que, a plazo, han sellado un "protocolo, íntimo y frágil, que (lo) ha atado a ella para siempre". (250)