Estas enormes puertas doradas son las que recuerdo de niña; eran las que cerraban la prisión de Panóptico –donde hoy se ubica el Hotel Sheraton, frente al Palacio de Justicia, ya terminado de construir en 1930, ¡testigos silenciosos de tanta injusticia!– donde recluyeron al Presidente Don Augusto B. Leguía, y a cuya vera nos sentábamos mi madre, mi hermano y yo, en la espera interminable para que nos dejaran entrar a ver a papá. ¡Tantas veces esperamos!, pero nunca abrieron esas puertas para nosotros. ¡Hubiera sido quizás un consuelo para él, el saberse amado; pero también le negaron ese pobre derecho!
Estas simbólicas puertas son las puertas de la “verdad”, que las abro ahora para dar paso a la “verdadera historia” del Perú, de los hechos acaecidos en 1930, yo tenía ocho años de edad. (510)