En el antiguo Perú, la leyenda, la geografía y la comida forman una intrincada trama de relaciones. Desde épocas muy remotas se han desarrollado prácticas dirigidas a solucionar el fenómeno del hambre en sus diversas manifestaciones. La autora desde diferentes enfoques relaciona al hombre con el medio ambiente, la cultura, la religión y la organización social.
Destaca la importancia de conocer los referentes culturales en la sistematización del tiempo para comprender los diferentes aspectos de la organización social manifestada desde las peregrinaciones religiosas, la trashumancia y el control de pisos ecológicos, hasta los patrones de las dietas en la vida cotidiana, los sabores, los fogones y las normas de presentación junto con el significado cultural de los alimentos como el ají, la sal, el maíz y la calabaza.
Se hace un llamado para recuperar técnicas ancestrales y en mantener una dieta basada en los recursos agroalimentarios tradicionales para mejorar la calidad de vida de los pobladores del área rural y urbana del país.