Desde Platón y Rousseau hasta John Dewey y Amartya Sen, el desarrollo de las competencias, o capacidades, ha sido un hilo conductor a lo largo de la historia en el debate sobre el fin de la educación. ¿En qué consiste la educación? ¿En adquirir conocimientos o en desarrollar competencias? Para los educadores, es importante contestar esta pregunta, sobre todo en el contexto del mundo globalizado donde el ritmo de cambio es cada vez más veloz.
Si bien es significativo tener conocimientos básicos, surge la pregunta de si no es más importante aprender a aprender, es decir, desarrollar la capacidad de adaptarse a nuevos contextos y nuevas circunstancias. Hoy, sobre todo, los educadores saben que existen límites en lo que se puede enseñar y aprender. La cantidad de información disponible es inagotable. En este sentido, en vez de una educación basada puramente en el aprendizaje de información, la idea de una educación basada en el desarrollo de las capacidades está ganado terreno en el mundo educativo. Ya que no es posible saberlo todo, lo mejor sería poner énfasis en el desarrollo de las capacidades de los alumnos para que enfrenten los desafíos de un mundo cada vez más cambiante. En otras palabras, en un mundo en que todo cambia, es más importante ser creativo que saber muchas cosas.