El viaje que nunca termina es una metáfora gótica de la vida. Carlos Calderón Fajardo reconstruye la supuesta verdadera historia de Sarah Ellen que al convertir la leyenda urbana en novela, sellar la ambigüedad. Con un registro que es épico y popular CCF parodia de manera magnífica a autores como Walpole, Bran Stocker, Rice. Pero el relato incursiona en una superficie nuestra: Los mares de la América del sur, sus puertos, la pequeña caleta de Pisco, donde la vampiro 80 años después de su muerte, paradójicamente es venerada como una santa. Esta novela, que es también el relato de una aventura marítima de una mujer que es obligada a viajar sin fin a la manera del judío errante, es el relato de una travesía obligatoria para quienes luchan a través de la imaginación para que los mitos ancestrales no terminen arrasados por la modernidad.