Por David Hidalgo
El Comercio, Lima 31/12/07
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La editorial Estruendomudo se consolidó como una de las principales promotoras del ambiente literario local. Álvaro Lasso, su gestor y materia gris, ha destacado por su buen olfato para descubrir talentos y su iniciativa para surgir en un mercado difícil
A medida que desarrolla su rabdomancia literaria, el joven editor Álvaro Lasso adquiere también las responsabilidades de un buen gourmet cultural: ya no solo combina con destreza los ingredientes para un buen libro, sino que adelanta los sabores de las próximas estaciones, calibra lo que se cocina por otras tierras, ofrece una carta de lanzamientos que debe satisfacer a una pequeña, pero creciente legión de consumidores. El año anterior, la editorial que nació de sus dedos, Estruendomudo, animó el ambiente cultural con doce títulos. Este año lanzó ocho libros, dos colecciones especiales, viajó a codearse con otros editores en los grandes salones de la industria literaria, sumó a su recetario personal el consejo de gigantes sibaritas de las letras.
¿Todavía ha sido un año casi de heroísmo económico?
Claro, porque el 2006 sacamos muchos libros y el 2007 vino una resaca. Lo que he aprendido es que es mejor sacar un libro por mes y mantener vigencia. Para el 2008 ya tenemos un cronograma de lanzamientos que va desde marzo hasta noviembre, imparable. Eso debería ser el curso normal de una editorial independiente, estar presente la mayor parte del año.
¿Qué le ha dejado el 2007?
Hay varias cosas que hemos logrado. Una fue sacar la colección Tránsfugas, con la que publicamos al escritor francés Richard Millet. Creo que eso es valiosísimo porque no hay mucha circulación de traducciones hechas por peruanos. Allí hemos encontrado un reto, es exigirle al lector otro nivel. Otro punto positivo es la colección Cajas, que es una parodia de lo que serían los best sellers de las grandes editoriales. Claro, para un editor pequeño, best seller sería que un libro vendiera mil ejemplares. Aun así creo que esa colección puede dar frutos en el futuro. Y finalmente, otra cosa positiva fue el viaje a la Feria de Fráncfort.
Fue un hito en el ambiente editorial. ¿Qué consiguió por allá?
Era la primera vez que invitaban oficialmente a una editorial independiente. Pisar Fráncfort es estar en el lugar donde se deciden las corrientes literarias, el autor que va a figurar en todas las librerías del mundo, las traducciones más importantes. Se mueven dinosaurios, editoriales gigantes. Y lo espectacular es que, mientras los dinosaurios se mueven, también miles de hormigas se mueven alrededor, que son las editoriales chiquitas italianas, rusas, americanas, africanas, indias y latinoamericanas. Pero lo mejor es que allí conocí a Beatriz de Moura, la editora de Tusquets, y a la gran Inge Feltrinelli. Son lo que se dice unas damas de la edición, con una trayectoria de casi medio siglo, gente que ha visto a Vargas Llosa de chibolo y ha seguido su trayectoria, que ha visto nacer y morir modas literarias. Mi entrevista con Beatriz de Moura fue brutalmente aleccionadora. Y bueno, volví a ver a Herralde, a quien ya había conocido el 2005 en la Feria de Guadalajara.
Otro contacto con el que sorprendió a muchos en su momento.
Fue gracioso, porque me acerqué a decirle que quería editarlo, así, casi en plan suicida, de 'ok, dime que no'. Y dijo que sí. Fue sensacional. Pero bueno, en Fráncfort también me sorprendió comprobar que hay una generación de editores jóvenes latinoamericanos: tienes a la gente de Sexto Piso en México DF., Letra Negra en Guatemala, Tantalia y Libros del Zorzal en Argentina, Babilonia en Colombia, Salón en Chile --que tiene más años, pero el mismo espíritu joven-- y así. Y me cuentan que hay un montón de editores jóvenes, de entre 25 y 35 años, que están haciendo movidas en sus países. Por eso creo que va a ser fuerte el 2008, porque están comenzando a formar alianzas. Gracias a que varias de estas editoriales independientes tienen cuatro o cinco años, ya están para, por ejemplo, coeditar una novela nueva en Argentina y en México. Sería una suerte de coedición solidaria entre latinoamericanos, muy interesante.
Lo que decía de exigir más del lector corriente contrasta con esta idea de la literatura farandulera que este año se prestó a debate.
Yo creo que está bien que existan esas publicaciones. El Perú tiene un consumo de lectura todavía muy, muy bajo. Mientras haya gente leyendo, no puedes ser tan malo con una industria editorial que todavía es adolescente. Ya habrá quien con el hábito se dará cuenta de que hay libros más exigentes, historias que pueden enriquecerlo a uno. Es como esa polémica entre los libros de ficción y los de no ficción, que supuestamente tienen más pegada. Si así fuera, enhorabuena. En EE.UU. este género de no ficción tiene más de cuarenta años, allí está Truman Capote. Entonces, no frieguen. No es mi rollo, pero está bien. A mí me interesa que la industria peruana crezca y se internacionalice.
En una entrevista dijo que había un grupo generacional con menos miedo al prejuicio que otras generaciones.
Es que evidentemente esta generación está más desinhibida y menos comprometida con lo que, digamos, los lectores exigentes o universitarios definen como "buena literatura". Nosotros no queremos publicar lo que el canon diga que es buena literatura, sino lo que consideramos adecuado y lo que nos identifica como editores.
Qué en su caso sería
En Estruendomudo es una búsqueda constante por nueva literatura. Nos quitamos el rollo de que la literatura por la literatura es superior a la literatura urbano-marginal. Creo que es parte de la vanidad de algunos escritores que piensan que porque leen un tipo de literatura exigente y muy buena tiene que ser la literatura oficial, 'lo que tenemos que consumir'. No. Creo que estamos en una época en que podemos consumir de todo. ¿Quieres 'trash'? Lee 'trash'. ¿Quieres novela rosa? Lee novela rosa. Nosotros, dentro de todo, buscamos diversificarnos. La idea es publicar aristas literarias: podemos sacar a un Luis Hernán Castañeda o un Carlos Gallardo, que son recontraliterarios, y también a un Sergio Galarza, que es más barrio, y a una Sussane Noltenius, que es una literatura más íntima, más delicada. Ahora, también nos hemos ido para atrás en esta búsqueda de aristas y hemos publicado a un Oswaldo Reynoso con "Los inocentes", completamente insular, y a un Fernando Ampuero, a quien le dicen criollo, pero que en "Paren el mundo que aquí me bajo" tiene historias recontramochileras, pastrulas, que harían vacilar a cualquier joven.
Mientras haya movimiento, habrá detractores.
Cuando decidimos sacar a Ampuero, mucha gente dijo que nos habíamos vendido a la oficialidad, lo cual es completamente falso. Ser rebelde o independiente no significa publicar al autor que se pelea con el canon o con todo el periodismo literario, sino sacar de todo. Hay lectores que gustan de un libro, pero no aceptan otro. Un poco que les hincamos para ver cómo van reaccionando con lo que vamos dando. Causar esas fricciones nos encanta. Es nuestro modus operandi. Hemos cometido errores, pero no se puede negar que descubrimos, ponemos en circulación parte de los libros y autores que vamos a ver en los próximos años.
Parte de ese descubrimiento ha sido la aparición de lo que --para furia de algunas voces-- se suele llamar "literatura femenina".
Así es y voy a ser claro: Somos los que más mujeres hemos publicado. Eso no es una casualidad, desde el 2005 teníamos claro que lo que se viene fuerte es la aparición de narradoras. Sussane Noltenius se agotó en la colección Cuadernos Esenciales y por eso comenzamos con ella la colección Cajas. Yo estoy seguro de que es una autora a la que se va a prestar atención en los próximos años. También Claudia Ulloa, de quien sacamos su blog, "Séptima madrugada". Editamos una antología de narradoras argentinas, y a Grecia Cáceres, que es una narradora peruana conocida en Francia, pero desconocida en el Perú. Felizmente otras editoriales están sacando narradoras y eso va a atraer más atención.
¿Esta explosión es consustancial con el boom de publicaciones?
Yo creo que siempre hubo escritoras, pero no editores. Ahora, si en dos años varias de ellas empiezan a sorprender, ya hablaremos de una movida grande, de una comunión de talento en esta época. Lo de ahora tiene que ver con la apuesta de los editores. Finalmente, un libro es producto del escritor y del editor.
Hace poco dijo que algunas cosas se le habían ido de las manos.
Es que un editor tiene que ser consciente de la capacidad económica que tiene para editar. Nosotros sacamos demasiados libros y pagamos la cuenta. Pero el haber arriesgado tuvo sus beneficios, como el ser considerados para Fráncfort. Hemos aprendido muchas lecciones, editorialmente estamos más maduros. Vamos a seguir siendo arriesgados, pero sin que se nos quiebre la editorial.
¿De un modo general, qué hitos literarios rescata del año?
El premio de Blanca Varela, que es importantísimo. Lo reciben solo los grandes y Varela lo es. Con ella termina una época y el día que ya no esté tendremos que empezar a sentirnos viejos, porque se nos va el último puente con esa época genial que viene desde Eguren, Adán, los vanguardistas, Westphalen, el cholo universal. Se van los 50.
¿Si pudiera sacar un libro de esa época cuál sería?
Propongo tres: "Habitación en Roma", de Eielson; "El libro de barro", de Varela, que apareció mucho después; y "Las ínsulas extrañas" de Westphalen. Queremos reeditar "Contra el secreto profesional", de César Vallejo, que es de la época del Vallejo soviético, editado por Oquendo y Lauer en los años ochenta.
Se viene otro año intenso.
Vamos a cumplir cinco años y haber resistido ya es bastante. Ahora, es importante señalar que existe la Alianza Peruana de Editores (ALPE), algo que no conocíamos años atrás: que los editores mayores estuvieran junto a un editor chiquito y a uno de ONG. Con esa representación se pueden conseguir muchas cosas. Hace una semana se quitó el impuesto al escritor, que era algo desquiciado. Y se va a poner en funcionamiento el Cofide Libro, que va a ser genial, porque así como la gente para construir su casa va al banco de materiales, nosotros los editores también necesitamos financiamiento para sacar libros. Si a mí me dieran un año para pagar un libro sería el hombre más feliz. No puedo ni imaginarme las cosas que podría hacer. Eso está aprobado, hay que moverlo. Y lo otro es que la alianza peruana de editores va a lanzar un premio que se va a fallar en abril, para el mejor libro del año, la mejor novela, una serie de categorías. Ese va a ser un referente y esperamos que invite a los lectores a leer más. Creo que se vienen cosas muy buenas.
Ficha
Nombre: Álvaro Lasso
Ocupación: Director editorial de Estruendomudo
Lugar y año de nacimiento: Azerbaiyán, 1982.
Trayectoria: Estudió Literatura en la Universidad Católica, ha publicado poesía en revistas del Perú, Chile y Francia. En julio del 2004 lanzó el primer libro de la editorial Estruendomudo, que ya tiene más de veinte títulos.