Alessandro Pucci
Entrevista a Alessandro Pucci

Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Entrevista Carlos M. Sotomayor
http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2012/11/15/entrevista-a-alessandro-pucci/carlossotomayor

Alessando Pucci ha estudiado cine, es músico amante del jazz y publicó hace unos años un libro de poemas –Las aguas tintas (2007)–. Ahora nos vuelve a sorprender gratamente con Conejeras & camaleones (Borrador editores, 2012), un libro de cuentos que, además de ostentar organicidad, posee un estilo bastante singular.

–¿Cómo surge Conejeras & camaleones? ¿Lo pensaste desde un inicio como un libro orgánico?
Algunos cuentos de Conejeras & camaleones ya los tenía desde el 2007. Pero hace un año y medio comenzó el libro como una idea central. Hay algunos cuentos que recojo de antes y otros que eran un germen antes de comenzar el libro y que mutaron totalmente a lo que son ahora. Entonces, desde el comienzo hubo un pensamiento como libro orgánico. Por eso a mí no me gusta llamarlo un libro de cuentos per se, porque un libro de cuentos suele entenderse como partes que están reunidas en un cuerpo para ser leídas separadas y que funcionan cien por ciento de manera independiente. Es decir, sí pensé en construir el libro como un todo, por eso decidí qué ideas y qué aspectos quería rescatar y que sean un leit motiv en todo el libro, como por ejemplo la idea de la escritura por la escritura misma.

–El proceso de la escritura es un tema que te preocupa…
Todo lo que escribo siempre parte de mi experiencia y la parte que siento que es más importante de mi experiencia definitivamente es la escritura: mi pasión, lo que más me llena. Puede ser que para mucha gente la vida del escritor y el proceso de escritura no sea algo apasionante o interesante. Pero para mí sí, porque es un proceso de mundos internos, oscuros, con recovecos.

–Uno de los aspectos que me parece muy interesante es la singularidad de tu mirada, tu manera de encarar los textos…
Es lo que me dicen. Porque para mí, mi mirada es común y corriente, o normal. Lo que me pasa es que cuando leo a los grandes a Cortázar, a Capote, a Hemingway, a Miller; o, para ser más local, a Vallejo, a Ribeyro; siento que esas miradas son increíbles, que yo quiero escribir así, que lo mío es bastante cotidiano. Pero, por otro lado, si lo analizo es porque lo que escribo es cotidiano para mí.

–El libro tiene elementos fantásticos, también.
Esa mirada fantástica es mi realidad que está dentro de mi mente. Mi realidad obsesiva, onírica. Y el cariz fantástico que tiene el libro viene de eso que los artistas tienen: el renegar de las cosas que lo rodean. Vargas Llosa dice que nunca se está contento del mundo en cual se vive y que es por eso que escribe. Y crea mundos que son más parecidos al mundo en el que uno quisiera vivir. Allí es como surge lo fantástico. Eso y la idea de magia. Los primeros libros que recuerdo son los libros que me leía mi madre antes de ir a dormir. Entonces, lo primero que entendí de la literatura es esa magia que la literatura tiene y que, por mi experiencia, otras artes no logran tener: el constructo que hace el autor en la cabeza del lector. Ese constructo resulta de mundos mágicos, y esos mundos mágicos fueron los que me apasionaron en ese momento. Creer en mundos donde pasa de todo.

–¿El cuento “La conejera” es un guiño a Cortázar? Me vino a la mente el cuento “No se culpe a nadie” en donde un hombre intenta ponerse un pulóver.
Ese cuento de Cortázar es increíble y la comparación me honra y me satisface. Y cuando me dicen que les ha hecho recordar ese cuento de Cortázar, sí me he dado cuenta que hay esos guiños. Es lindo que pase. Porque hay unos guiños que son adrede y otros más sutiles que se meten. Mi libro se llama Conejeras & camaleones y sí hay una alusión al símbolo de la conejera que se vuelve proverbial y que surge a partir de las obras de Alicia en el país de las maravillas. Eso fue hecho adrede. Pero luego me he ido dado cuenta que hay un simbolismo soterrado que refiere también a Alicia en el país de las maravillas y que no me había dado cuenta. Y eso es también lo que ha pasado con Cortázar. Yo conocí a Cortázar como autor cuando vivía en Argentina y fue a través de sus obras que me retó a probar la narrativa.

–Además de escritor eres músico y tocas jazz, otra afinidad con Cortázar.
Sí. Mi búsqueda siempre ha sido eso que Capote dice: “La importancia de la música que hacen las palabras”. Eso es lo que más me importa, más que la trama. Me importa cómo suenan las palabras juntas, la armonía que hacen. Mi búsqueda última se representa en el cuento final del libro, “El tigre en la ciudad”, que es la búsqueda de esa música, pero una música jazz. Y entiéndase jazz por la improvisación, por la soltura, por romper las paredes, por buscar una forma libre total. Y eso ciertamente tiene que ver con Cortázar. A mí me parece que toda su obra es jazz en palabras. Y él mismo dice que en Rayuela es lo que buscaba: lograr esa improvisación del jazz en una novela.

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