Por Jorge Zavaleta Alegre
Fuente: Librosperuanos.com
1 de diciembre 2014
Comentario sobre el libro “La Tradición y Modernidad en la Arquitectura del Mantaro”
Reconocidos arquitectos peruanos lideran un movimiento innovador, ligado con la estética, la cultura y la economía, que posibilite conservar la tradición y la historia de las urbes del país, corriente que se manifiesta a través de diversos estudios, análisis, cuestionamientos y alternativas frente a la avalancha chicha, que tiene su actual epicentro en el Valle del Mantaro, donde aún quedan algunos edificios cilíndricos ancestrales.
Si la población nativa del Perú va librando batalla para conservar la legitimidad de su gastronomía, frente al inescrupuloso negocio de empresarios aventureros, esa misma respuesta no ocurre para la construcción de la vivienda, proceso en el cual está de por medio la especulación de la propiedad de inmuebles y la negligencia de las autoridad municipal para garantizar el arte de proyectar y construir espacios para la vida, proceso que conlleva una búsqueda estética.
Los mejores profesionales de la arquitectura siempre recuerdan al romano Vitruvio, quien en la antigüedad escribió: "Los tres virus de la Arquitectura”. Firmitas: nivel técnico de la orla. Utilitas: la hora para hacer su función. Venustas: grado de belleza que posee la obra. O Italo Calvino cuando desarrolla, unas veces implícita y otras explícitas, una discusión sobre la ciudad moderna... y un poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivir en ellas.
La Tradición y Modernidad en la Arquitectura del Mantaro, es el título de un libro escrito por los arquitectos Jorge Burga, César Moncloa, y Juan Tokeshi, el arqueólogo Manuel Perales y el pintor Josué Sánchez, con el apoyo de estudiantes del Programa de Arquitectura de la Universidad Continental de Huancayo, y de su Director el Arq. Jesús Verástegui.
Las 280 páginas de esta obra, son dedicadas a veinte del casi centenares del ubérrimo valle de la sierra central del Perú. Contiene 150 dibujos y textos que permiten revisar sus orígenes, llegar a conclusiones y plantear alternativas sobre su evolución urbana, sus valores vernáculos, la arquitectura chicha y su futuro.
El libro fue presentado en Huancayo en Octubre último con éxito sin precedentes. En Lima se realizará el 5 de diciembre en el Centro Cultural de la Universidad Católica con los comentarios de los Arqs. Enrique Bonilla Ditolla y Elio Martuccelli y de la arqueóloga Sonia Guillén.
En opinión de los autores, el Mantaro es el valle más grande, productivo y poblado del país. Pero también es un laboratorio donde se verá de primera mano la evolución y el destino de la arquitectura popular vernácula, así como de la arquitectura chicha:
“Si lo vernáculo tiene alguna alternativa de supervivencia ante su inminente y gradual desaparición, lo veremos en este valle. Y si lo chicha tiene alguna salida y empieza a producir ejemplos de calidad, también lo veremos aquí. Desde sus edificios cilíndricos de piedra y barro preincas, hasta los de vidrio espejo de hoy en día hay toda una evolución que se ha estudiado en este libro”.
La historia de los asentamientos tiene sus primeros vestigios en grupos de viviendas cilíndricas de piedra, que tendrán luego influencias Wari e Inca, hasta llegar – con los españoles - al urbanismo toledano de plazas cuadradas y calles rectas, con sus iglesias y ayuntamientos que devinieron en municipios, así como con sus casas patio.
Aunque algunas ciudades, como Concepción y Jauja en el valle bajo, siguieron las normas toledanas a rajatabla, otros pueblos no las aceptaron totalmente y se acomodaron en el valle medio y alto. Con cambios moderados en la arquitectura y el urbanismo, continúa la evolución de estos pueblos del Mantaro.
La historia de la migración nos indica que a mediados del siglo XX ocurrió un terremoto en Lima con la llegada masiva de los provincianos, y la aparición de la chicha, cuyo epicentro luego se trasladaría al Valle del Mantaro. Si bien el tránsito hacia la arquitectura moderna en Europa se dio por necesidades de la producción industrial y por los desastres que esta había causado en las ciudades, en el Perú se produjo como un maquillaje superficial, epidérmico, ligado al consumo, traído como una moda por los arquitectos que volvían de sus viajes por el viejo continente.
De esta versión, concretada en la casa chalet, los recién llegados a la capital tomarían ese modelo, achicando sus espacios libres y agrandando su altura con más pisos, para que entrara toda la familia ampliada, aderezando sus fachadas con elementos traídos consigo de la arquitectura vernácula de donde provenían. Así se fue cocinando la arquitectura chicha, que originándose en Lima, pronto se expandiría a todas las capitales y pueblos del país.
En la capital solo se construyó lo chicha en las afueras, sobre los arenales y cerros, mientras en la provincia fue peor, porque para construir esta expresión chicha el poblador destruyó lo vernáculo, en un ejercicio de esquizofrenia y de agresión hacia sí mismo y su pasado, no ocurriendo lo mismo que en la gastronomía o la música, en la que los pobladores son capaces de vivir una vida moderna, pero pueden disfrutar también de su cultura tradicional culinaria y musical en el momento que lo decidan.
¿Por qué tienen que enterrar su casa vernácula para construir sobre sus escombros otra vivienda chicha? Pareciera que para el poblador su hogar vernáculo es sinónimo de atraso y pobreza delos que quieren huir, para abrazar una modernidad y prosperidad de plástico y vidrio espejo.
Los autores de esta radiografía y de una propuesta innovadora de la arquitectura, demuestran evidente optimismo, cuando observan el cerco ondulante del Parque de la Identidad, o el muro telúrico - de entrantes y salientes- del auditorio del Cerrito de la Libertad.
“Tenemos esperanza, cuando vemos el anteproyecto de una vivienda que el maestro Longui está construyendo en este valle. Nos anima que se haya empezado a producir una arquitectura chicha más educada y de cierto nivel en Huancayo. Tenemos esperanza cuando constatamos que la Universidad Continental y sus alumnos están asumiendo compromisos con en esta innovadora empresa, proponiendo una ciudad malecón Mantaro, como alternativa de crecimiento, que se muestra al final del libro.
Es obvio que esta tarea transformadora no es para hoy, es de largo aliento y está en manos, no de los huancaínos o de los jaujinos, solamente, sino de todos los habitantes nativos – Mantarinos- del valle y alrededores.