Javier Protzel
Diversidad es nuestra divisa Diversidad es nuestra divisa

Por Giancarlo Stagnaro
Fuente: El Peruano, Lima 02/03/07

El sociólogo, comunicador y docente universitario Javier Protzel publicó a fines de 2006 Procesos interculturales. Textura y complejidad de lo simbólico (Fondo Editorial de la Universidad de Lima). En este libro se da cuenta de la importancia que han desempeñado las mentalidades y la movilidad social en la formación de una cultura popular en los últimos años.

Dialogamos con el autor, también ex presidente de Conacine, acerca del particular análisis que ofrece de las prácticas y las manifestaciones culturales del Perú contemporáneo.
 

¿De dónde surge la idea de publicar este libro?
–El libro surge a propósito del curso que dicto, comunicación intercultural. Más allá de la sociología, es necesario hacer un trabajo cualitativo sobre lo simbólico, que por lo general no era abordado en las ciencias sociales. Algunos lo han hecho, como Gonzalo Portocarrero y Víctor Vich.

Por otro lado, me parece que sí hay una deuda de las ciencias sociales del Perú con el interior del país, por cuanto a menudo se habla en nombre del Perú usando a Lima. He querido evitar eso yendo directamente al campo, es decir, a la Sierra, la Amazonía y ciertas zonas de la Costa menos conocidas en Lima.

Esa mirada hacia el interior es como refrescar la visión que tienen los propios peruanos de su país...
–Absolutamente. Cuando se trata de parangonar Lima con el resto del país, se incurre en el siguiente error: la ciudad de Lima, con ocho millones de habitantes, funciona en el plano material y mental de manera completamente distinta a las urbes del interior.
El apego hacia el acervo local –comida, costumbres, productos artísticos locales– es muy distinto al de Lima. La propia mentalidad de la gente de origen migrante es diferente de la de aquella que se quedó en su lugar de procedencia. Por otro parte, la retórica de los medios audiovisuales tiende a construirle a la gente una serie de estereotipos engañosos.

¿Debe ser misión del Estado reconocer la interculturalidad del país?
–Es una parte inherente de la realidad y, al mismo tiempo, un valor que le puede dar al Perú en el futuro una serie de ventajas en el concierto internacional. Así como contamos con una alta biodiversidad, diría que tendríamos también una elevada semiodiversidad.

Una diversidad simbólica grande, por la cantidad de pisos ecológicos, de lenguas y, sobre todo, por la manera en que en distintas zonas del país aparece una serie de mezclas. Entonces, de aquí a 20 o 30 años, cuando otros países estén más homogeneizados, nosotros tendremos una serie de ventajas comparativas en nuestra propia calidad de vida. El Estado no sólo debe fomentar que nos miremos en nuestro propio espejo, porque eso puede ser sumamente ventajoso.

Esta constatación de lo intercultural también obliga a efectuar una relectura de nuestra historia. Una desmitificación que debe seguir adelante...
–Al margen de que la Colonia haya sido mejor o peor, el conocimiento del pasado es valioso y de manera muy indirecta sobreviven legados que nos son útiles, como la procesión del Señor de los Milagros, por ejemplo. Es la mayor procesión del mundo. Se le dan distintas significaciones conforme pasa el tiempo, pero los núcleos de sentido permanecen ahí.

Lo que debe constatarse es un divorcio entre la cultura mediática contemporánea y la memoria histórica...
–Es algo inevitable. Lo menciono en el último capítulo del libro: la matriz cultural del capitalismo tardío es el entretenimiento. Es adecuada para gente que trabaja 12 o 14 horas al día y por la noche quiere ver televisión a fin de entretenerse, relajarse y olvidarse de todo.

No está en el ánimo de tomarse una novela de 300 páginas, de leer un tratado de filosofía o escuchar todas las sinfonías de Mahler. Allí se produce un efecto estructurante y la televisión forma parte de eso. Son cosas que no sé cómo se pueden resolver, pero en algo ayuda identificar el problema e interpretarlo.

¿Existe la industria cultural nacional?

Una serie de factores impiden que la industria cultural transmita cabalmente la diversidad peruana...
–En efecto. En todo caso, existe una pequeña industria cultural o una suma de pequeñas empresas y algunas mayores, que son los grandes medios como la televisión. Estos canales, con las excepciones a que haya lugar, transmiten lo que se produce en otros lados o bien hacen versiones locales.

En cambio, lo que genera valor es una producción audiovisual realmente autónoma, que piense en los públicos peruanos no sólo para ganar dinero, sino para innovar y brindar productos que hagan posible tomar una actitud de crítica o de contemplación estética de su propia realidad. Eso, lamentablemente, existe en pequeñísima escala y no es debidamente estimulada por el Estado.
 

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