Víctor Mejía Ticona
Quiero contar la historia de Lima a través de sus cines
Por José Gabriel Chueca
Fuente: Peru21, Lima. 22/02/08
http://www.peru21.com/P21Impreso/html/ImP2EntrevistaIndex.html
Por José Gabriel Chueca
Fuente: Peru21, Lima. 22/02/08
http://www.peru21.com/P21Impreso/html/ImP2EntrevistaIndex.html
En su fascinante libro Ilusiones a oscuras, Víctor Mejía nos ofrece la historia de los cines de Lima, desde la primera sala de la ciudad hasta los posmodernos multicines. El hilo conductor, a través del viaje, es la emoción que nace de la penumbra cuando se ilumina la pantalla.
"Esta investigación me tomó cinco años. Comencé a fines del 2002, como consecuencia de mi proyecto de tesis, que fue el reciclaje arquitectónico de un antiguo cine, el Raimondi, en Barranco, para otros fines", explica Víctor Mejía.
¿Cuál fue el primer cine de Lima?
La primera vez que se proyectó cine fue en el Salón Jardín de Estrasburgo, en 1897, en la Plaza de Armas. Pero la primera sala de cine -con todas las de la ley- fue el Cinema Teatro, de 1909, en la calle Belén -donde está la estación de bomberos, cerca de la plaza San Martín, aunque la plaza aún no existía-.
En esa época, la plaza era otra cosa.
Palacio no era el que vemos hoy, ni la municipalidad. La Catedral ya estaba -aunque ha sufrido modificaciones-. Y los tranvías eran jalados por caballos. En los años 10 y 20 se forman los cines con personalidad arquitectónica. El referente eran los teatros. Desaparecen las tramoyas y los palcos laterales -que ya no sirven para ver una imagen plana- y aparece la caseta de proyección. En los años 30, 40 y 50 coinciden varias cosas: el cine ya es sonoro, mejora como negocio y Lima crece; entonces, se empiezan a hacer salas importantes.
¿Cuándo comenzó la decadencia?
En los años 70 y 80 coinciden cosas negativas: el negocio empieza a caer por la llegada de la televisión -el cine deja de ser el único lugar donde uno ve imagen en movimiento-. Además, hay terrorismo, inseguridad, apagones y cosas que conocemos. Los cines del Centro de Lima que se vuelven porno decaen, también, porque el Centro decae. Relatar la historia de los cines es una manera nueva de contar la historia de Lima.
Hubo cines gigantescos, como el cine San Felipe.
Era para 1,900 personas. Hoy es inconcebible que un cine tan grande esté en medio de casas. Además, el modo de consumo ha cambiado: uno podía tener esas multitudes viendo lo mismo.
Recuerdo, de niño, haber visto Kiss contra los fantasmas. En la sala llena, la gente parecía en un concierto.
Era catárquico. Ahora, que una película llene una sala de 500 personas es bastante. En La Victoria estaban el cine El Porvenir, que era para 2,600 personas. Y el Túpac Amaru era más grande. Su dueño me contó que, alguna vez, llegó a contar 3,300 personas. Pero no tenía butacas sino bancas corridas; entonces, apretaba a la gente.
Antes había un autocine, ¿no?
Sí. Quedaba como a la espalda del colegio San Agustín, por el aeropuerto de Corpac -que yo no llegué a ver-. Lo he visto en cartelera hasta fines de los 70. El autocine llegó de Estados Unidos, donde tenían este rollo con los carros, la masa tenía auto. Pero, en Lima, los autos, incluso ahora, no son masivos.
Haciendo este libro debe de haber oído muchas historias.
He conocido a mucha gente, la gran parte mayores. De todos los cines, el que recuerdo con más cariño es el City Hall, en la Venezuela con Alfonso Ugarte. Cuando comencé a hacer esta investigación, en el 2003, tocaba las puertas de los cines, les contaba el rollo y me paraban 'choteando'. Pero en algunos sí me recibían. Uno fue el City Hall. Entonces daban cine hindú. Conocí al dueño, a su secretaria, al proyeccionista y a los chicos de la limpieza. Iba tanto que llegó un momento en que me dejaban la llave; "termina de hacer tus fotos y cierras". Cuando se transformó en iglesia, en 2005, me sentí muy triste. Pero esas personas que conocí deben de haberlo sentido más.
¿Y el motociclista?
Antes, los canjes de rollos se hacían en moto. Terminaban de proyectar un rollo en un cine y salía alguien, en moto, volando para llevarlo a otra sala. Un señor me contaba que, si el motociclista se caía o se accidentaba, en el cine la gente se rebelaba porque les cortaban la película. La gente era capaz de salir a la calle a esperar y, cuando lo veían llegar, entraban volando a conseguir una butaca. Ahora eso no sucede.
El Pacífico fue una sala importante que logró transformarse en multicine, pero no supo mantener el liderazgo.
Ese fue el primer multicine. Fue la primera transformación real, casi reconstrucción, de una sala. Lo que se hizo en otras era, simplemente, poner divisiones; entonces, el sonido se colaba. Y tuvo buena acogida. En los 90 comenzó el resurgir del negocio y entró el formato del multicine. Tarde, por supuesto, porque existía en Europa desde los 70. Pero esos ya no tienen fachada, como antes.
Autoficha
Nací en Lima, en 1976. Mi padre es contador y mi mamá trabajaba en lo mismo. Tengo dos hermanas mayores. Vivo en Surco. Estudié en el colegio Humboldt. Terminé de estudiar Arquitectura en la Universidad Ricardo Palma. Trabajo como arquitecto y como docente en la facultad, pero procuro hacer cosas paralelas -como este libro-, aprovechando que no tengo premura económica. Me atrae mucho el cine, por eso también hice el libro. Extraño la Filmoteca del Museo de Arte, siempre iba.