Nuestra literatura se caracteriza por su heterogeneidad, solía decir Antonio Cornejo Polar -catalogado por muchos como el último gran crítico-. El poeta Maurizio Medo recoge esta idea para entregarnos, en colaboración con el chileno Raúl Zurita, La letra en que nació la pena (El Santo Oficio, 2004). Una interesante muestra de poesía peruana (1970-2004) que se aleja de los trasnochados referentes canónicos. A pocos días de la presentación, y aprovechando su corta estada en Lima, Maurizio Medo -que se ha aquerenciado en Arequipa- conversó con EXPRESO, entre otras cosas, sobre la caducidad del concepto de generación poética.

 

-Me llamó la atención que el subtítulo del libro indique el término "muestra" y no "antología". ¿A qué se debe esto? 

La letra en que nació la pena es una muestra puesto que, desde mi perspectiva, la palabra antología implícitamente sugiere la inclusión de autores a los que se busca situar por encima de. Más que por autores nuestra apuesta fue por las líneas expresivas que estos desarrollan en sus discursos.

 

-Eres consciente de que, como en toda selección, te van a acusar de obviar algunos nombres... 

En algunos diálogos me dicen "¿y por qué no están Chirinos, Otero, Agurto?". Simple, porque la línea expresiva que desarrollan está siendo representada por otros. Aquí no hemos buscado ser reivindicacionistas. Las obras, especialmente la de Chirinos, son conocidas. ¿Cuándo nos hemos preguntado por qué no están Goldemberg, Cillóniz, Zapata o Belevan? La poesía peruana posee la característica de una diáspora. Ocurre que, pese a la globalización, nuestros críticos son muy localistas y el exilio saca del canon, por ejemplo, los que cito. En ninguna selección estarán todos los que son. No todos los elegidos son los llamados. Soy consciente de ello. [Podríamos acotar nosotros que tampoco todos los elegidos serán más tarde los llamados].

 

-¿Cómo analizas al lector actual?

El lector ha desarrollado una serie de prejuicios. Personalmente lo atribuyo a la ausencia de espacios críticos y que, los que existen, parecieran posesión de una tribu de reseñistas autosacramentados. Por supuesto que hay algunos que realizan un trabajo serio (ajenos a las rotativas de confitería) pero, lamentablemente, con el tratamiento que se da a una literatura precaria en producción, como la peruana, se instituyen monumentos antologables. Persiste aquella tendencia efebolátrica entrevista por Luis Alberto Sánchez; se presume que lo novedoso debe ser mejor y esto, de alguna manera, es pernicioso. Felizmente han aparecido medios como Estruendo Mudo, la Revista Peruana de Literatura, o webs como Los Noveles o El Hablador que suplen la carencia de espacios culturales, que padecen de una suerte de anorexia. 

 

-¿Qué aportes presenta la muestra?

Si debiera señalar los aportes de La letra en que nació la pena básicamente señalaría el hecho de mostrar al creador fuera del "rebaño" con el cual cierta crítica lo amansa; en demostrar que la poesía peruana es esencialmente heterogénea; en recordar la existencia de autores silenciados o exiliados; en mostrar que sí existe una renovación en la poesía peruana y, finalmente, en relativizar la validez del concepto de generación poética. 

 

-Algunos, de manera insólita, han levantado su voz de protesta a raíz del porqué un chileno ha participado en la selección de poesía peruana. ¿Qué piensas de esto? 

Me ha causado gracia. Es decir, el hecho de que sea un atento lector de nuestra literatura es secundario, el hecho de que sea un extraordinario poeta también es secundario. Las fronteras en la poesía son inexistentes. Zurita tiene tanto derecho, como lo puedo tener yo, a comentar sobre Maiquiera, sobre Memet o Sandoval, por referirme a tres autores chilenos. Si Chile nació de una fábula de Ercilla, bien pudo el Perú surgir de la Utopía de Tomás Moro.