Cónsul del Perú en Los Ángeles presenta su tercera novela El secreto del Dios Viajero.

 

¿Qué hace un cónsul metido de escritor? 

Yo también me lo pregunto a veces. Si vieras la cantidad de trabajo que tengo ahora, te preguntarías en qué momento escribo. Pero cuando estoy más presionado, escribo más porque me escapo de la dura realidad. Si no escribo, no me quedo tranquilo.

 

¿Es una novela histórica o una ficción amparada en la historia?

Tú lo has dicho. Es una ficción sobre una base cultural, utilizando los valores de la cultura Nasca, y sobre esa armazón, hice una novela.

 

¿Por qué la cultura Nasca?

Bueno, la idea viene desde la primera vez que sobrevolé las líneas de Nasca. En ese entonces, yo trabajaba en la dirección de patrimonio cultural de la Cancillería y me tocó acompañar a un arqueólogo de la Unesco que iba a certificar si las líneas merecían ser patrimonio de la humanidad. Él y yo nos quedamos impresionados y con una pregunta en la cabeza: ¿Para qué sirvieron esas líneas? 

 

¿El personaje principal, el arqueólogo, está basado en alguien que existe?

No. Es un joven arqueólogo que hace su trabajo con limitaciones. Un apasionado, como muchos en nuestro país. Mira, yo de niño quería ser arqueólogo, pero al no serlo me inventé uno.