Carlos López Degregori
Entrevista a Carlos López Degregori

Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Entrevista Carlos M. Sotomayor
http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2012/12/17/entrevista-a-carlos-lopez-degregori-3/carlossotomayor

Arrellanado en su sofá, Carlos López Degregori mira atentamente hacia la cámara fotográfica. Sobre su cabeza se alcanza a ver una fotografía enmarcada en la que se repite su rostro. Viendo la imagen completa, advertimos que su rostro aparece tres veces. Y el tres, en el caso de CLD, no es un número cualquiera. Para empezar, acaba de presentar Aguas ejemplares (Borrador editores, 2012), un libro que reúne tres de sus poemarios: Las conversiones, Cielo forzado y Aquí descansa nadie. Justamente, a propósito de esta acertada reedición de Borrador editores (en la que se añaden tres prólogos de Peter Elmore, Lucho Chueca y Américo Ferrari, respectivamente), sostuvimos una entrañable y reveladora charla con este estupendo poeta cuya obra, como bien apuntó Willy Niño de Guzmán el día de la presentación, estuvo signada desde un inicio por una singularidad que la tornaba distinta del resto.

–¿Cómo surge la idea de Aguas ejemplares, libro que reúne tres de tus poemarios? Además, el que sean tres, imagino, no es gratuito, teniendo en cuenta que ese número está presente en varios de tus libros.
Es una pregunta que tiene varias aristas. Después de la publicación de Una mesa en la espesura del bosque, el 2010, están surgiendo algunos poemas nuevos; pero tenía, además, una puerta abierta a nivel editorial para reeditar algunos de mis libros. Al comienzo pensé en una antología o en una reunión de mi poesía, aunque soy enemigo en este momento de una reunión. Creo que no debo hacerlo en este instante. Entonces, el año pasado me percaté que el 2013 Las conversiones iba a cumplir 30 años, Cielo forzado 25 años y Aquí descansa nadie 15 años. Primero, son números que tienen que ver, como tú decías hace un instante, con el tres. Son múltiplos de tres. El tres dentro de los muchos significados que puede tener es el número de la síntesis. Es el número que reúne los contrarios, los opuestos. Al margen, digamos, de todos los otros sentidos que tiene el 3, los tres tiempos, las tres dimensiones, las tres personas de la divinidad, etc. Entonces, me pareció que sería interesante reunirlos en un solo volumen.

–Pero al final, decidiste presentarlo este año, muy cerca de tu cumpleaños 60…
Este año, más o menos en agosto, me di cuenta que tal vez era mejor no presentar el libro el 2013, sino  el día de mi cumpleaños. A mí siempre me han interesado los números. Siempre he jugado con una serie de símbolos que están en los instantes temporales, en las identidades, en las fechas, en el número de poemas que deben estar en cada libro. Y, entonces, me dije: el mejor día para presentar Aguas ejemplares sería el día de mi cumpleaños. Exactamente, el de mi sexagésimo cumpleaños. Y creo que los sesenta años son una edad significativa. Incluso, es el momento en que puedes ver hacia atrás qué cosa has escrito, en qué textos en este momento te estás reconociendo. No quiere decir que los otros libros no me parezcan interesantes. Para mí todos mis libros son importantes. Pero por razones de cábalas, de fechas, de azares, estos tres libros podían aparecer en Aguas ejemplares. Un poco ese fue el origen del libro. Claro, no lo presenté el día exacto de mi cumpleaños, pero sí la víspera.

–¿Qué significa Las conversiones en tu obra?
Para mí Las conversiones es un libro muy importante. Si bien en mi primer poemario, Un buen día, hay una serie de elementos, de raíces, que van a permitir construir la obra que todos estos años he tratado de ofrecer, sí siento que Las conversiones es el primer libro realmente mío. Es el libro en el que encuentro un lenguaje, en el que hallo una manera de practicar la poesía. Y creo que hay una serie de elementos, de aspectos que descubro en él y que han continuado en toda mi poesía hasta el día de hoy. Y hay otro aspecto adicional. A lo largo de toda mi escritura, ha ido configurándose una especie de sombra, de personaje uno y múltiple, una máscara que hasta tiene una identidad: se llama CLD. No soy yo porque en realidad mi poesía está absolutamente alejada de lo confesional y de lo lírico. Incluso ese personaje CLD es nadie. Ese personaje CLD aparece por primera vez en Las conversiones, y exactamente en un poema titulado “Y decidí remontarme al ruiseñor”. Ese poema, que tiene una serie de referencias culturales, dialoga con un poeta inglés: Keats. Keats murió en febrero, en Roma, de Tuberculosis a los 26 años. Y yo, por azares que a veces te brinda la escritura, escribí este poema a los 26 años en un caluroso febrero aquí en Lima. Entonces, es el ruiseñor de Keats que en ese momento le entrega la poesía al personaje que en ese momento tiene 26 años y que por primera vez siente que está redactando un texto que considera suyo.

–Cielo forzado está marcado por la presencia de sombras, de oscuridad…
Yo diría que Cielo forzado es la contraparte de Las conversiones que a pesar de su hermetismo es un libro diáfano, solar, podríamos decir. No del medio día, pero sí con el sol que se está ocultando tal vez en el crepúsculo. En cambio Cielo forzado es la contraparte. Es un libro absolutamente oscuro, de la medianoche, un libro siniestro, un libro que hurga en la destrucción, en el deterioro, en la enfermedad, en la violencia, en la crueldad, en la perversidad.

–¿Esto último tiene que ver con la época en la que escribes el libro? Eran mediados de los ochenta…
Sí. Sin duda, establece un diálogo con lo que sucedía con nuestra realidad en ese momento. No creo que el libro sea solo eso, pero esa es una de las aristas, de los rostros que puede ofrecer.  Casualmente ese es uno de los aspectos que, por ejemplo, Lucho Chueca explora en el prólogo. Una de las lecturas que propone para acercarse a Cielo forzado es esa interacción que ciertos poemas, y especialmente la atmósfera del libro, establece con nuestra realidad. No me lo propuse de manera consciente. Como sí lo hice en una sección de Lejos de todas partes: “Sobre el brillor todavía de”. Esa sí la escribí como una manera de procesar simbólicamente todo el universo de la violencia. Ahora, mi poesía, al ser una poesía simbólica, ambigua, creo que puede interpretarse de muchas maneras.

–Aquí descansa nadie me hace pensar en una indagación sobre la identidad.
Creo que has dado en el clavo. Si Cielo forzado es el libro que ausculta lo sombrío, lo tenebroso, lo perverso, Aquí descansa nadie es, principalmente, un libro sobre la identidad. Es verse en un desfile de máscaras. Y uno no sabe qué hay detrás de esas máscaras. Pero detrás de todas esas máscaras, de todos esos personajes que conviven en el libro está CLD. Y justamente el último poema lo que está haciendo es convocar a todos los personajes para despedirse del siglo XX, despedirse del milenio y seguir adelante.

–Si bien son distintos, los tres poemarios están vinculados…
Son libros que, teniendo propuestas diferentes,  son hitos en ciertos cambios, de ciertas modulaciones distintas en mi poesía. Entonces, elegí el título de uno de los poemas que está en Cielo forzado, que se llama “Aguas ejemplares”, y que además es un “arte poética”.  Mi poesía tiene un lenguaje que le otorga una identidad. Creo que mis libros dialogan unos con otros, se enfrenta y alimentan y forman una obra.

Boletín semanal
Mantente al tanto de las novedades ¿Quieres ver nuestro boletín actual?
Ingresa por aquí
Suscríbete a nuestro boletín y recibe noticias sobre publicaciones, presentaciones y más.