Por María Isabel Gonzáles
Fuente: Domingo. Suplemento de La República, 23/08/09
http://www.larepublica.pe/archive/all/domingo/20090823/14/node/213330/todos/1558
Es probable que su libro “¿Dónde está el pirata?” termine también pirateado. Alberto Durant no hace una apología de esta práctica, pero está muy lejos de condenarla. Lo que busca aquí es echar una mirada certera sobre su origen y entenderla como un fenómeno propio de la revolución tecnológica.
Usted perteneció a una organización que defendía los derechos de autor y renunció a ella, ¿cuáles fueron los motivos?
–Hace cuatro años renuncié al IDEC por discrepancias con su manera de operar. Entré en conflicto con los intereses en juego. Primero participé en las cruzadas contra la piratería y luego cuando empecé a estudiar la Maestría en Comunicaciones en la PUCP empecé a enterarme del tema y me pareció que se debía reflexionar. Entendí que la piratería no afecta de manera fundamental al negocio del cine y que además existe como resultado de la aparición de las nuevas tecnologías digitales en una sociedad que es conocida como la sociedad de internet de la que somos hijos. Por ejemplo, tú eres hija de la sociedad de internet, has nacido con internet y has entrado a tu adultez con internet, y el principio básico de esa sociedad es el derecho gratuito a la información y al entretenimiento.
–¿Cómo es el consumo de contenidos para los hijos de la sociedad de internet?
–Han aprendido a programar sus propias necesidades y prácticas de consumo. Es decir, tú escuchas la canción que quieres cuando tú quieres, no cuando te lo dice la radio, y además si tú lo quieres escuchar sola porque te da la gana está el IPOD. En el caso del cine existe una programación establecida, una película que solo la dan a las 9 de la noche en Cineplanet, pero resulta que a esa hora yo no puedo ir, entonces me quedo sin verla. Algo que es un derecho ya adquirido dentro de la sociedad contemporánea, está negado por el sistema que habla de contenidos originales y legales. Entonces el sistema informal tiene acogida porque permite comprar y ver una película aunque haya salido de cartelera.
–Dice que las nuevas tecnologías digitales dan lugar a la piratería, ¿en qué momento se da ese paso?
–Desde la época del betamax, muy poca gente sabe que las grandes corporaciones se opusieron a su comercialización y que además le hicieron un juicio a Sony –compañía que fabricaba los betamax– que duró ocho años y que terminó cuando la Corte Suprema de Estados Unidos le dio la razón a Sony. Universal y Walt Disney –demandantes en el juicio– debieron replantear sus industrias. Y aunque hoy en día nadie se imagina vivir sin una cámara de video casera, tanto Universal como Walt Disney argumentaban que con el betamax se iban a grabar películas e iban a comercializarlas, sin pagar por los derechos de autor. Sin embargo, cuando la Corte Suprema dictaminó que el uso del video casero era el derecho del consumidor a grabar una película para verla en otro horario y no un negocio, Hollywood se vio obligado a reinventar su negocio y aparecieron las casas de alquiler. Por ello en los ochenta el Perú se llenó de casas de video cassette que rentaban videos piratas. No existían los originales, todos alquilaban películas en tiendas como Monterrey, Pharmax, supermercados, boticas, etc. y nadie llamaba pirata a nadie porque tampoco existía el concepto del original.
–¿Cuando se instalan estos conceptos en nuestro país?
–En el 92 cuando llega Blockbuster y dicen que solo ellos tienen los originales. Por lo tanto el resto eran delincuentes. A partir de ahí empiezan a cerrar todos los videoclubes. Y ahí viene el problema, no podemos tener una legislación que llama delincuentes al 98% de la población consumidora de cultura. Si la gente compra pirata es porque no hay otra manera de ver muchas películas, la oferta de películas –fuera de lo que son los videos porno– que encuentras pueden ser dos mil o tres mil títulos mientras que en la cartelera comercial no hay más de 20 o 25 películas en exhibición
–Pero si una copia no está autorizada por el distribuidor es ilegal, es un pirata.
–Lo que yo sustento es que no se está vendiendo contenidos, se venden servicios, es como el que da servicios de fotocopiado, él no te vende contenidos, te da un servicio. O cuando estabas en la universidad, y te daban una separata de un capítulo de un texto, ¿estabas pirateándolo? No, estabas pagando por los servicios de la persona que te atendía, por la máquina, el local. Igualito es en el mercado pirata.
–Entonces, ¿no es cierto que las grandes productoras están perdiendo dinero por los piratas?
–No lo creo, las grandes productoras de Hollywood han hecho el año pasado un 8% de utilidad, sobre las ventas del 2007 en un mercado donde la piratería está por todos lados. En el Perú en el 2007 se cerró con casi 16 millones de entradas vendidas, en el 2008 con 18 millones, y el 2009 cerca de 20 millones, en un país donde casi todo es piratería. Es decir el que puede ir al cine, va a ir al cine. Pero no solo es por el dinero, también hay cuestiones de otra naturaleza, quizá no estás en la ciudad y la película salió en cartelera. Entonces ya no tienes derecho a verla, y si tratas de bajarla de internet eres un delincuente. El tema es que la propiedad intelectual se ha convertido en un abuso de las grandes corporaciones en detrimento y en perjuicio de la sociedad, que con la tecnología digital tienen derecho a hacer copias.
–La propiedad intelectual suele confundirse con derechos de autor. ¿Quién se beneficia con lo que se recauda por este concepto?
–En el cine los derechos de autor son morales y patrimoniales, del director, el guionista, y el músico, pero esos derechos no los cobran nunca ni el director, ni el guionista, ni el músico. En el Perú, después de que la película se hizo, de acuerdo a la legislación sobre propiedad intelectual que tenemos impulsada desde los Estados Unidos, todo se cobra –a menos que el contrato diga lo contrario– en el momento en que se hace el trabajo, el productor contrata y paga. Todos los ingresos que vienen después son de la productora, pues son ellos quienes tienen el copyright corporativo de la obra. Y en la música también se aplica el mismo modelo cuando el esquema de negocio ya está cambiando. Antes de la aparición de los CDs digitales el negocio fundamental eran los discos, hoy en día el negocio son los conciertos. El fenómeno es mundial, Prince sacó un disco nuevo en Inglaterra y lo regaló con el periódico del domingo, en su siguiente concierto se quedó sorprendido, jamás había visto tanta audiencia.
–Pero si entregamos los contenidos gratis, ¿cómo se financian?
–Los negocios tienen que reinventarse, en internet ya se está empezando a botar películas gratis, de manera legal. Nokia está sacando celulares donde puedes descargar gratis toda la música que tú quieras durante un año. El consumidor cree que es gratis pero lo estás pagando en el teléfono. Cuando nació la televisión, la gente decía: ¿vamos a ver películas gratis y quién las va a pagar? Entonces alguien dijo, mira, bien fácil, una forma de que se financie es la publicidad. Entonces, ¿cómo financias las cosas en internet? Con banners publicitarios.
–¿Qué debería ser penalizado o qué deberían castigar nuestras leyes?
–Creo que en el caso de las películas y contenidos que no hayan salido oficialmente al público y de pronto son pirateados, ahí sí se debe sancionar. Porque eso sí es un robo.
Perfil
• Nombre: Alberto Durant Cayo
• Lugar y fecha de nacimiento: Lima, 1951.
• Estudios: Economía - Rice University (Houston, Estados Unidos), Cine – London International Film School (Londres, Inglaterra).
• Becario de la Fundación John Guggenheim de Nueva York.
• Director de documentales y largometrajes de ficción: ‘Ojos de Perro’ (1981), ‘Malabrigo’ (1985), ‘Alias La Gringa’ (1991), ‘Coraje’ (1998), ‘Doble juego’ (2004) y ‘El Premio’ (2009).
• Presidente de la Asociación de Cineastas Peruanos (1988-2000)
• Miembro del jurado en el Festival de Sundance en Utah.
Del Libro “¿Dónde está el pirata?”
Propiedad intelectual vs. propiedad física
• La propiedad intelectual nació a fines del siglo XVIII en Inglaterra, como un acuerdo entre tres partes: los libreros, el Estado y la sociedad civil. El Estado daba al librero un derecho, monopólico y exclusivo, sobre la edición y difusión de un libro. Después de esos 14 años pasaba a ser de dominio público.
• Hoy los libros son de dominio público 70 años después de la muerte del autor, y el dominio público de una película es 100 años después de haber sido producida. Durant dice que esos períodos son producto del lobby de las corporaciones de los Estados Unidos.
• Ya se olvidó de que fue en Hollywood donde nació la piratería. William Fox, el creador de la Twenty Century Fox, salió de Nueva York hacia California para piratearse las películas, y el cinematógrafo de Thomas Edison porque en California no había legislación sobre patentes, y en Nueva York sí.
Perlas de la historia
• En la segunda mitad del siglo XIX, escritores como Mark Twain y Victor Hugo se compraron el pleito a favor de la libertad de publicar, adaptar y copiar. Pero cuando sus libros empezaron a ser publicados por editores piratas se convirtieron en defensores del copyright, el derecho que le habían entregado a un solo editor de reproducir su obra.
• A inicios de 1920 en Middletown, Nueva York, un emprendedor artesano llamado René D. Grove fundó la Performo-Toy Company. Uno de los juguetes que fabricó era un ratón de madera llamado Micky que fue patentado en 1926. Dos años más tarde Walt Disney tomó la idea del personaje para su película de animación. Al tener éxito Disney sacó a la venta un juguete llamado Mickey Mouse, el cual se vendía en las mismas tiendas de Performo. Y aquí viene lo increíble, Disney demandó a la Performo-Toy Co. por copiar el muñeco y la productora ganó el juicio e hizo quebrar a la juguetería.
Cifras
18 millones de entradas a los multicines se vendieron en el Perú en el 2008.
20 millones de entradas a los multicines son las que se esperan vender al cierre del 2009.