Los poemas de Adriana
Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 09/02/06
-¿Por qué escribes poesía?
Escribo porque me aburro. Así, a secas, sin poses.
-¿Solamente por eso escribes?
Sí.
-¿No hay otra intención?
No. Es que es algo muy personal. Para mí el aburrimiento es un problema. Entonces para no aburrirme empecé a leer desde muy chibola. Y luego comencé a escribir por lo mismo.
-¿Cuáles son tus principales influencias?
Supongo que todo lo que uno lee de alguna manera te influye. Escribí el libro sin pensar en eso, pero siento que si hay una escritora que ha influido mucho en mí, entonces es Marguerite Duras, que me gusta mucho porque tiene frases cortas y contundentes. Aunque sólo he leído las traducciones, pues no sé francés. También he pensado que quizás Emily Dickinson.
-Tu obra es una suma de instantáneas, de momentos fotográficos, ¿a qué se debe?
Mis primeros poemas empezaron como un experimento en mi escritura. Antes yo juraba que siempre iba a escribir cuentos, pero llegó un momento en que nunca podía terminarlos. Así que medio jugando escribí los poemas como pequeñas historias, como las fotos Polaroid. Resumiendo, mi obra es una suma de pequeños y coloridos pasajes de pajazos mentales. ¡Piña, pues!
-Explícame el origen del título del libro.
Es un verso que está casi al final del libro. Me lo sugirió Alonso Ruiz Rosas, como siempre tan atinado. Es el título perfecto. Antes no me había dado cuenta de que mi libro era en realidad un jardín.
-¿El poemario habla de un jardín interno o externo?
Siempre he estado rodeada de insectos, bichos y toda clase de alimañas. Viví en Jaén desde los seis años hasta los diecisiete, la casa era un jardín de media manzana, un huerto según mi abuelo que era ingeniero agrónomo, donde llegaban los zancudos, las lagartijas, los saltojos, las tarántulas, las arañas de colores, culebras, ratas, incluso las aves de los vecinos.
Mis piernas estaban siempre todas picoteadas, felizmente nunca cogí paludismo. Recuerdo que una de las bromas crueles que me hacían en el colegio era: "piernas con varicela". Aún en Lima, los insectos siempre me persiguen. Sobre todo recuerdo el verano de 2004 cuando mi hermana y yo matábamos los zancudos del cuarto arrojando almohadas y peluches al techo. La mancha roja y espesa en la pared era un cuadro de Bacon. En esa época escribí el libro, que es en realidad un regalo para mi hermana por su complicidad. Felizmente hoy tenemos ese Raid que se enchufa.
-¿Cuál es tu relación con la naturaleza?
Creo que soy más escatológica que ecológica. Siempre me han gustado mucho los animales. En la casa de Jaén yo he tendido todo tipo de mascotas: perritos, chivitos, ardillas, cuyes, patitos y pollos. Las plantas no tanto porque traen bichos que joden mucho, pero a veces se me da por la jardinería. A las plantas nunca les hablo porque me parece muy cojudo. Igual siempre se me secan. Lo que sí me gustaría es volver a Jaén algún día y poder trabajar allá en lo que sea. Me gustaría que mis hijos vivieran entre cerros verdes como yo lo hice. Definitivamente la vida en provincia se extraña mucho. Aunque cuando vivía allá no me daba cuenta y siempre estaba renegando.
-Siento una voz dura y lacerante en tus poemas...
¿Tú crees? Yo diría más bien que es una voz irónica que no le queda más que reírse de toda las desgracias (que siempre se ponen de acuerdo para llegar juntas) o hacerte reír. Yo no me lamento, yo hago burla de la mala racha.
-Fernando de Szyszlo decía que el arte no debe significar algo, sino que debe transmitir sensaciones, ¿crees que es así? ¿Por qué?
Pues creo que ambas cosas, convergen en el proceso creativo aunque cuando uno escribe a veces lo hace para que otros entiendan lo que uno no puede entender. Eso es lo que me pasa también. Yo no sé cómo hay gente que encuentra tantas cosas distintas en mis poemas, como si fueran dibujos hechos por gente del Larco Herrera. Pero sí, a mí me gusta transmitir sensaciones y ritmos. Cuando escribo lo hago siguiendo cierta cadencia, buscando la palabra que mantenga el ritmo que deseo, aunque a veces no tenga nada que ver con el texto, pero funciona o una hace que funcione.
-¿Qué piensas de ti como mujer y como poeta?
Como mujer, como poeta, como escritora, como burócrata o como persona, pienso que igual voy a tener que seguir trabajando para poder vivir.
-¿Cómo calificarías tu debut poético?
Es un cómico y delirante cabaret ambulante. Me da un poco de roche, en serio, ahora mis viejos leen lo que escribo y están pensando seriamente que debería tener un doctor.