Eduardo Arroyo Laguna
Un nuevo libro sobre Junín y Ayacucho
y su significación histórica


Por Osmar Gonzales Alvarado
Fuente: Librosperuanos.com

La Universidad Ricardo Palma ha sido prolífica en la publicación de libros conmemorativos del bicentenario de la independencia del Perú. La entrega más reciente es el volumen titulado El Bicentenario de la libertad de América. Junín y Ayacucho 1824-2024.1  El editor es el sociólogo y profesor de la mencionada casa de estudios, Eduardo Arroyo Laguna, quien convocó a ocho autores, del Perú y del extranjero, para dar forma a una visión bastante completa sobre el significado de dichos acontecimientos que sellaron la independencia del Perú y de Sudamérica de la dominación española a inicios del siglo XIX.
 
El propio Arroyo Laguna entrega dos artículos con los que se abre el referido libro: “El bicentenario de una República inacabada” y “Simón Bolívar, Libertador de América”. Su tesis vertebral es que, a pesar de haber pasado dos siglos, aquellas promesas bajo las cuales se fundó la República peruana siguen manteniéndose como deudas en cuanto a la consolidación de una nación integrada constituida por ciudadanos plenos y que, por el contrario, se mantuvieron, y en algunos casos se agravaron, relaciones presentes en el orden colonial. Especialmente, las clases populares, multiculturales y diversas, se mantuvieron discriminadas del llamado “cuerpo de nación”, y fueron reservadas como fuerza de trabajo al servicio de la élite republicana que, en sus prácticas y costumbres, guardaba mucho parecido a lo que el autor llama “la casta imperial”.
 
La mencionada es una de las paradojas más notorias de la vida republicana peruana, pues fueron esas clases populares las que sostuvieron las jornadas bélicas contra el ejército del orden (también compuesto por peruanos realistas) pero que, sin embargo, no gozaron ser parte de un Estado naciente independiente. Arroyo Laguna afirma, con razón, que esas “masas peruanas” pro independencia, constituyeron mayoritariamente las montoneras y las guerrillas que ganaron las batallas en Junín y Ayacucho.
 
El pueblo peruano estuvo presente en la lucha por la independencia, aunque fueron excluidos del orden político que surgía luego de esta. Jorge Basadre lo enfatiza en sus diversos estudios. Por su parte, Raúl Porras Barrenechea advierte que aquella lectura sobre la no presencia del elemento peruano en la independencia se debe a que se consideran solo los elementos bélicos (en los que destacan militares argentinos, chilenos, colombianos), pero reprocha que no se toma en cuenta el elemento civil.
 
Los ideólogos fueron peruanos y muchos otros personajes fueron importantes en la batalla ideológica en favor de la independencia, además de la señalada participación de las clases populares.
 
Por otra parte, también tuvieron presencias militares de diferentes países europeos y de nuestra propia América, y no lo hicieron solo por ideales y convicciones, sino también, ¿y sobre todo?, por intereses que luego buscarían ser reclamados una vez conquistada la independencia.
 
La independencia, pues, es un proceso que guarda una mayor complejidad de la que usualmente se le reconoce, especialmente en los discursos de divulgación y en la enseñanza escolar. Lo que sí parece ser indiscutible es que 1824 guarda en ciernes los elementos que poco después se harán evidentes y que explican en gran medida el caos del Estado peruano, que no pudo regular siquiera las reglas de acceso al poder, adviniendo etapas de inestabilidad, protagonismo militar y de rupturas políticas manifestadas en las sucesivas constituciones que han querido regir la vida nacional. En otras palabras, los elementos señalados, más otros seguramente, impidieron la constitución de una élite dirigente legitimada capaz de gobernar bajo un sistema de alianzas y de conflictos capaz de resolver institucionalmente.
 
La figura histórica predominante en este libro que comento es, indudablemente, el militar venezolano Simón Bolívar, que fue un estratega político, poseedor de una mirada de largo plazo del papel de nuestros países, lo que se expresa en su proyecto de unificar toda América, incluido Estados Unidos, para convertirla en la nueva potencia mundial que disputara su lugar a Inglaterra.
 
Esa grandeza no elimina sus ambiciones ni su idea de dar una relevancia especial a su propia nación, aun en perjuicio del nuestro. Bolívar fue, como todos los grandes personajes de la historia, contradictorio. Su enfrentamiento a las élites criollas es un ejemplo de ello.
 
El libro se compone de colaboraciones de Raúl Chanamé Orbe (abogado e historiador) con “Bolívar: República vertical y antimonárquica”; de Jorge Gonzales Bolaños (abogado sanmarquino) con “Bolívar, el Congreso de Colombia y la victoria de Junín según la Gazeta de Colombia”; de Juan Álvarez Vita (diplomático peruano) con “Vocablos y frases surgidos en el castellano del Perú en la época de la Independencia”; de Carlos Alberto Yrigoyen Forno (diplomático peruano también) con “De Junín y Ayacucho: 200 años después”;  de Osmar Gonzales Alvarado (sociólogo) con “Entre las ideas y el poder político”; de Roberto Arancibia Clavel (General del ejército chileno) con “O’Higgins, un gran amigo del Perú”; de Luis Mendívil Canales (diplomático peruano) con “Bolívar en los estudios de Raúl Porras Barrenechea”, y de Ricardo Pinto-Bazurco Mendoza (historiador) con “Valoración histórica de la participación de Ayacucho en el Bicentenario de la gesta de la Independencia”.
 
Otra idea que recorre las páginas de este tomo es la discusión de la afirmación de Heraclio Bonilla y Karen Spalding de que la independencia fue concedida y no conseguida por los peruanos. Los autores se inclinan por lo segundo, con distintos argumentos y enfoques, rescatando lo que señala Arroyo Laguna: esfuerzo, sangre y actos heroicos.
 
Lo que llama la atención es por qué el Estado peruano no ha sido capaz de conmemorar fechas tan importantes en nuestra historia nacional: 1821-1824. Puede haber varias razones que confluyen e imbrican: ausencia de una clase dirigente nacional, escasos logros en doscientos años para exhibir, la crisis política, pero también la incapacidad de imaginar un país en el futuro; incapacidad que se puede explicar por la prevalencia de intereses anti nacionales y de tan corto plazo de quienes gobiernan nuestro país.
 
Los gobiernos de Augusto B. Leguía y de Juan Velasco Alvarado, uno civil-burgués y el otro reformista-militar, celebraron con magnificencia el centenario y el sesquicentenario de la independencia pues, cada uno, y a su modo, tenían una prospectiva de lo que querían hacer del Perú. El siglo XXI ha mostrado de manera exacerbada la incapacidad de los grupos gobernantes.
 
Libros como el reseñado deben contribuir a repensar nuestras bases de constitución nacional.
 
Notas
1  Esta publicación ha merecido el auspicio académico de la Asociación Bicentenario, la fundación Ricardo Palma, el Instituto Raúl Porras Barrenechea de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Colegio de Sociólogos del Perú.
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