Por Sara Joffré
Fuente: Librosperuanos.com
Diciembre 2014
Es indudable que la primera condición para escribir y leer crítica de teatro, es que el teatro nos guste, nos interese.
El teatro es una de las artes que muy raras veces verán codificada como tal. Nadie duda si se habla de pintura, escultura... en fin, pero el teatro pese a ser una de las más claras reflexiones directas sobre la vida humana, casi más que un arte, está sentida como colaboradora y unificadora de muchas artes.
Pero ocurre que, digamos, a partir de julio del 2000 en que nuestro adalid cultural y crítico mayor del arte del teatro, Alfonso La Torre Rado, deja de publicar en el diario La República, no solo el teatro pero sí “especialmente el teatro”, pierde espacio.
Se publican reseñas, mayormente interesadas en informar al público, sobre cuáles son las obras a las que le conviene asistir, pero esto también está condicionado no solo a la buena voluntad informativa del que escribe, sino que tiene una serie de factores económicos y sociales como soporte real.
Así las cosas, aquellos grupos, personas, trabajadores del teatro, que por obvias razones carecen de mayores soportes “sociales”, no encuentran espacio para que se conozca su labor.
Si solo fuese que la crítica se convierte en “testimonio de la época” ya tendríamos una razón de peso para señalar por qué escribir crítica es importante.
Actualmente, y dado que los periódicos en su mayoría no tienen realmente “páginas culturales” (lo más gráfico me parece haber nombrado a un espacio “Ocio y Cultura”, ustedes piensen lo mejor sobre este título, yo no), son los encargados de hacer reseñas en general quienes hablan a tabla rasa sobre “las artes”, sin comprometer su opinión sino solamente cumplir con lo que se les ha indicado.
Juzgar y profundizar en la tarea teatral tiene muchas aristas que no tocan solo lo artístico.
Este “desaparecer” de la crítica escrita sobre papel no solo ocurre entre nosotros, pese a que hay una gran mayoría que aún no tiene a su disposición las modernas herramientas de comunicación, pero ―y ya que siempre copiamos lo de otros lados― señalamos que, por algo será The New Yorker, la revista del New York Times, famoso periódico, aún reserva apreciable espacio tanto a la cartelera como al comentario crítico del teatro. Es para pensarlo, ¿no?
Ahora quiero dedicar un momento para expresar mi reconocimiento al trabajo de gente como Sergio Velarde (Oficio Crítico), Gabriela Javier Caballero y a mi propio grupo, Crítica Teatral Sanmarquina, quienes desde la jungla cibernética aportan todo lo que pueden en este sentido.
Siendo Sergio, por lo que yo he podido investigar, si no el primero uno de los primeros que inició este trabajo voluntario y, en la mejor expresión de la palabra, “ad-honorem”... Sí, por el honor del nombre.
¡Ah!, doy mi mail: [email protected], para quienes deseen los datos de los “críticos” antes mencionados.
Un crítico y teatral saludo a los amantes del teatro, todo el teatro.
Agosto 2013.