Por Pablo Landeo Muñoz
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Robert Graves, en el tomo 1 de Los mitos griegos (1985), dice de Sísifo: “Ya fuese porque había agraviado a Salmoneo, o traicionado el secreto de Zeus, el caso es que Sísifo recibió un castigo ejemplar. Los jueces de los Muertos les mostraron un enorme bloque de piedra […] y le ordenaron llevarlo rodando cuesta arriba hacia la cima de una montaña y soltarlo cuesta abajo en la otra ladera. Hasta ahora no ha conseguido hacerlo. Cada vez que está a punto de llegar a la cima, el peso de la desvergonzada piedra le obliga a retroceder y la mole vuelve una vez más a la misma base. Allí vuelve a tomar pesadamente y debe empezar de nuevo, a pesar de que el sudor empapa sus miembros y una nube de polvo se alza sobre su cabeza” (:289-290). Entre los trabajos de Sísifo y la poética de Willy Gómez, entiendo que las batallas cotidianas, a las que Gómez Migliaro denomina Nuevas batallas, es una alegoría que nos permitirá comprender una labor poética tenaz y persistente donde piedra y palabra en ascenso catalizan el esfuerzo de un personaje de la mitología griega y el de un poeta –que libro tras libro- debe enfrentarse a sus propias palabras, al silencio y a las miserias de la humanidad en una batalla constante, irrenunciable, en tanto sus ojos sean capaces de percibir el sol y los himnos que nos iluminan.
En este orden de cosas, sostengo que el último libro de Willy Gómez es el resultado de nuevas batallas, cuyos antecedentes, a modo de declaratoria o manifiesto de lucha, se evidencian en Nada como los campos. Tópicos como la violencia subversiva de los años 80 y 90 que desangró a nuestro país, la visibilización de espacios no tradicionales en la poesía canónica, la memoria del padre, la construcción de una elite intelectual peruana y universal, la reconstrucción de un nuevo concepto de patria, etc. se hallan presentes, a modo de rizomas, en tres de sus fundamentales libros: el ya citado Nada como los campos (agosto, 2003), Construcción Civil (agosto, 2013) y Nuevas batallas (octubre, 2013). Sus demás libros (Etérea, 2002; La breve eternidad de Raymundo Nóvak, 2005 y El moridor, 2010), no se encuentran en la línea de lectura de mis comentarios porque carecen de la fuerza confrontacional de aquellos. Y para mí, en el plano ideológico, esta es una de las características fundamentales en la poesía de Willy Gómez: la confrontación, el cuestionamiento de un orden social colonialista y decadente, cuya impronta lo percibimos cotidianamente.
El escritor ancashino Marcos Yauri Montero (2006), comentando la categoría Rizoma que presenta Deleuze y Guatari, manifiesta: “[L]a grama al hacer su recorrido por los espacios libres, no cubiertos por el hombre sedentario, se ramifica, confronta rupturas e interrupciones que se convierten en origen de recomienzos y surgimientos múltiples, sin principio ni fin; forman rizomas que a su vez son causas de nuevas ramificaciones y conexiones, de desterritorialización y reterritorialización. De igual modo, las literaturas nómadas recorren espacios y distancias del afuera, de la periferia; y por tanto, sus textos existen alejados de la historia oficial” (:16). La constancia de la grama para descubrir espacios y emerger en la superficie, bien puede simbolizar el esfuerzo de Willy Gómez por empujar la piedra y la escritura en constante movimiento, en ascenso, que a su vez genera negación y recomienzo permanentes. Además, las ramificaciones del rizoma (como la poesía de Gómez Migliaro) son periféricas, y se hallan distantes de una escritura incapaz de cuestionar un orden social injusto, de silenciar la muerte de 70 mil compatriotas nuestros (informes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación) como consecuencia de la violencia subversiva. El autor de Nuevas batallas canta la memoria y la palabra enmudecidas; asume la deconstrucción de nuestra historia oficial a fin de sustituirla por otra, por aquella que los Quispe, los Chuquisuta y Huillca se echaron al hombro y cual sísifos rodaron pendiente arriba, con sus fatigas y su sangre, para erigirla como nación. Este es el país que canta Willy Gómez, a través de sus tres libros que temáticamente hacen un tinkuy; es decir, una unidad cuya característica revisaré a continuación, de manera sucinta, para el caso de la violencia política y la presencia de rizomas:
POÉTICA DE SISIFO Y DESTERRITORIALIZACIÓN | |
Libros | violencia política |
Nada como los campos |
–como en Uchuraqay ejemplo de otras muertes / después de todos los horizontes del Perú (:14). –Pero nada pasó y nada pasa / en el calmado firmamento donde siempre arrojamos estos cuerpos sin identidad (:35). –Si hallaras la voz del fardo que nos sobrevive / no habría tanto muerto en este cielo deshecho del Perú / que empuja su palabra vertical (40). –Detrás de las costas y la niebla inmortal, / las arenas contienen sangre. /Debajo del cielo allá en los andes / la cordillera es fresca / y los muertos recientes (:43). –El canto de tu universo tiene ya un sentido en la descomposición de este campo (:52). |
Construcción civil |
–SER ESPEJO FRENTE A LAS RUINAS pedazo a pedazo ser continente / […] tumbas que nos permitan afirmar estacionamientos (:11) –he encontrado desiertos / y con otro cuerpo te busco / y veo trescientas espaldas de relleno de exploración campal / esa legión tiene piel y claro te busco para situar / la primera piedra / pero es otro cementerio y su cristalización sofoca / azufre sí con azufre limpio tus habitaciones para recordarte(:26) –a dónde se llevaron a Gómez / dime qué fue lo que pasó con la primera avioneta (:28) –se habla magnolias después del crimen (:29) Huillca / toda una cicatrización de seguir aprendiendo el Perú ahora (:71) |
Nuevas batallas |
–Ella se aferró a la justicia de su hermano ¿El dolor / es tener un cadáver o no encontrarlo? […] Nunca encontré / ese cuerpo que oscureció mis pensamientos (:14). –De nuevo ruinas. / El tiempo –dirás / Casi veinte años / una maquinaria de guerra desvió su lucha fundamentalista / a un allá que no era suya (:17). –Tocan, entonces, tu cuerpo y no eres tú. / […] La gente desentierra lo que su país esconde (:34) –Presiento un país en mi cuerpo / puede decir el que exige / una reparación civil (:69). |
Si Rosa cuchillo (Óscar Colchado, 1997), Retablo (Julián Pérez, 2004) y La noche y sus aullidos (Sócrates Zuzunaga, 2011) constituyen la base de una novelística de la demencia subversiva en los Andes; en poesía, Nada como los campos, Construcción civil y Nuevas batallas constituyen la visión y síntesis de más de dos décadas de angustia, de muerte y pavor que nos tocó vivir a los peruanos; es más, la poesía de Willy Gómez – a través de los libros citados–, propugna la reconfiguración de nuestro país incluidos los Quispe, Chuquisuta y Huillca.
Nuevas batallas es un libro donde se evidencia la historia de un país todavía con mentalidad colonialista no obstante su posmodernidad, su Larco Mar o Jockey Plaza. Batallas que se pierden y se ganan, que se escriben y reescriben, piedra a piedra, libro a libro. Nuevas batallas evidencia también conflictos por resolverse; Uchuraqay, Jirón Huanta, Conga, heridas que destellan dolor, viejos sinsabores y nuevos espacios de confrontación como la Amazonía, el narcotráfico, y el “Poder –como bien dice el poeta, acto inclusivo que impugnamos (:31). Willy Gómez, en síntesis, cierra el puño, abre la memoria, deconstruye la historia de una nación que no siempre es nuestra, visibiliza el Perú de Tello, de Arguedas y Huillca. Decide, no comprarse a sí mismo su silencio.
Lima, julio, 2014