Por Fernando Carrasco Núñez
Fuente: La República, Lima 7 de julio de 2013
http://www.larepublica.pe/07-07-2013/maestra-vida-una-novela-con-calle
Pedro Novoa Castillo. Ganadora del Premio Internacional de Novela Corta Mario Vargas Llosa. Una prosa fluida que tiene mucha vida cotidiana, erotismo, violencia y humor callejero.
En los últimos años, el nombre de Pedro Novoa Castillo (Lima, 1974) ha aparecido en los resultados de algunos certámenes literarios importantes de nuestro medio. Su primera novela titulada Seis metros de soga obtuvo el primer puesto en la categoría Novela Breve del XIX Concurso Nacional de Educación Horacio Zeballos Gámez-2010, organizado por la Derrama Magisterial. Y, el 2011, su novela Maestra vida ganó el Primer Premio Internacional de Novela Corta Mario Vargas Llosa, convocado por la Asociación Cultural Artequipa. A este certamen se presentaron 669 concursantes y tuvo como jurado a Juan Jesús Armas Marcelo, Roland Forgues y Alonso Cueto.
Maestra vida (Alfaguara, 2012) es una nouvelle con calle, ritmo, erotismo y violencia, donde los personajes actúan movidos por el hastío de la vida cotidiana y un intenso sentimiento de venganza. Zeta desea quitarse de encima a Fando, un marido infiel y agresivo que vive a costa del talento literario de su esposa. Aquiles, director de un colegio particular, busca acabar con su joven amante –su bella secretaria Pamelita, que lleva una doble vida–, pues ha descubierto que lo engaña. El profe Orlando tiene un enemigo mayor: su profesión de maestro y, principalmente, el sistema educativo mediocre y corrupto que lo envuelve.
A ellos se une Cholito, un joven estudiante que anhela convertirse en universitario y luego profesional para salir de la situación precaria que lo asfixia. Todos están dispuestos a darles fin a los malos tiempos y cobrarse su revancha el mismo día, un viernes en que sus vidas se entrecruzan entre los vericuetos de una Lima caótica, violenta y libidinosa donde “el bisoño, el monse, el lento, el que no se pone las pilas y una corona a tiempo, no solamente sobra en este reino, causita, sino apesta”. Al final, como en las grandes tragedias de la literatura, son pocos los personajes que van a permanecer en pie.
En el plano discursivo, la novela está relatada con una prosa fluida, galopante, que recrea con acierto el humor corrosivo de la calle y la jerga popular de nuestros días, rasgos que recuerdan libros como Los inocentes y El escarabajo y el hombre de Oswaldo Reynoso o Que te coma el tigre de Augusto Higa. Destacan las adjetivaciones ingeniosas e irreverentes, así como los periodos enumerativos que le confieren mayor dinamismo al texto: “Le abres una botella de cerveza, le llenas el vaso hasta la mitad; le sonríes, canchero, botado y cualquier cosita, señora, estabas para servirle. La morena se te acerca un poquito más, aguerrida, buscona, te pide que dejes eso de ‘señora’ para otras, que con ella bastaba que la tutearas, que le dijeras Zeta, Zetita o Zetota”. Pero lo que más sobresale en este plano es la presencia de una variedad de recursos narrativos aplicados con solvencia. Se usa, por momentos, la segunda persona gramatical; el estilo indirecto; escenas que se yuxtaponen en un mismo apartado; y, de manera ingeniosa, se quiebra la linealidad del relato. Todo esto se muestra bien dosificado, por ello no oscurece la narración. Estos rasgos emparientan a Maestra vida con algunas novelas cortas del llamado boom latinoamericano.
Juegan en contra del libro la presencia de algunos errores en la redacción y el hecho de que en la historia no se haya trabajado mucho la faceta literaria en el perfil psicológico de Zeta, una ex catedrática que con sus novelas ha hecho ganar varios concursos literarios a su esposo. No obstante estos ligeros reparos finales, Maestra vida de Pedro Novoa Castillo, por su dimensión estética, ubica a su autor en un lugar importante dentro del panorama de la narrativa peruana más reciente.