Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 3 de febrero de 2012
http://www.larepublica.pe/03-02-2012/mis-personajes-estan-marcados-por-el-mal
Jorge Valenzuela Garcés. Narrador sanmarquino acaba de publicar Juegos secretos, un conjunto de cuentos en los que los personajes de corte urbano exhiben cinismo y no poca perversidad.
No le ha quitado la mirada a la ciudad. El narrador Jorge Valenzuela se sumerge más en el universo urbano. Así lo hizo en Horas contadas, La soledad de los magos y La sombra interior, sus anteriores libros de cuentos.
El mundo urbano es una persistencia en tu narrativa. Sigues enganchado al tema.
Mi experiencia vital y mi experiencia como narrador a través de mis lecturas están directamente relacionadas con la narrativa urbana. Mis lecturas, digamos, las que más me han formado tienen que ver con escritores cuyas historias transcurren en la ciudad, supongo que eso es precisamente porque también soy un hombre que ha nacido en Lima, se ha criado en Lima y toda su formación ha sido en la ciudad y esto yo creo que de alguna manera ha sido decisivo para que mi narrativa también transite por los caminos del universo urbano, de las ciudades.
Alguna vez te dije que tenías ciertas deudas con Ribeyro, ¿sigues debiéndole?
Yo diría que no, mi admiración a Ribeyro sigue siendo la misma, y creo que con el tiempo lo respeto más y lo considero una de las cumbres narrativas del siglo XX, pero yo considero que, digamos, en este libro ya no le debo. La exploración que realizo respecto del mal me aleja de Ribeyro en un sentido bastante claro. Ribeyro es un escritor que trabaja el mundo del desencanto y el mundo del fracaso. Yo exploro un universo que busca explicarse las raíces del mal. Mis personajes trabajan espacios marcados por una gran perversidad, están moralmente descalificados, buscan la impunidad, son cínicos, obran de acuerdo a su propio interés, al margen de cualquier otro interés y lo peor de todo es que siempre consiguen sus objetivos.
Hay personajes a los que la desgracia les cae como la noche, y estos personajes mas bien incuban una noche, incuban odios, puñales, no son los desgraciados de la vida cotidiana.
No, estos personajes en realidad no sufren, como en algún sentido se podría entender respecto de los fracasados, de los postergados, estos personajes elaboran pacientemente sus venganzas, su mal obrar, su respuesta antisocial, son personajes que pretenden instrumentalizar una inteligencia asociada al mal ¿no? Trabajan siempre sobre sus víctimas con toda la ventaja posible, demuestran de esa manera un desprecio profundo por los seres humanos.
Sin embargo son presentados con caretas, hablábamos de las apariencias, esos movimientos suaves para que después venga, por lo bajo, lo sórdido.
Son esencialmente cínicos. En ese sentido tienes razón, viven y experimentan la vida sobre la base de una apariencia que se postula como sociable, benigna, respetuosa, pero en el fondo las acciones que ellos llevan a cabo los descalifican absolutamente en ese sentido. Buscan mas bien víctimas. Son personajes desgarrados, han abandonado cualquier posibilidad de esperanza en ese sentido, no esperan nada.
¿Son amorales?
Sí, yo diría que son amorales.
Como Vladimiro Montesinos
Yo creo que sí. Es esa generación de personajes cuyos escrúpulos no los detiene frente a ninguna consideración cuando tienen que lograr sus objetivos. En esto creo que ha tenido que ver no solamente ese ambiente al que se hace referencia, respecto de este cinismo bastante marcado de los años 90, sino también y por el lado literario a ciertas lecturas que de alguna manera han influido en mí que tienen que ver con la narrativa policial o de crimen, o la novela negra.
En el primer cuento, “No juegues con fuego”, si bien es cierto hay toda una trama policial no es un thriller.
-De alguna forma yo he tratado de trabajar este aspecto de la narrativa vinculado con la representación del policial clásico. Este cuento al que haces referencia tiene elementos del policial clásico, pero, digamos, no ves tú un clima generalizado de violencia, no hay una explicitez en el manejo del hecho criminal, las acciones transcurren de una forma casi invisible, y lo que al final podemos observar son los efectos que tienen estas acciones perversas sobre personajes normalmente populares, vistos a los ojos de los demás como personas sociables.
La ficha
Juegos secretos. Jorge Valenzuela. Editorial escombros, Lima, 2011. Pág. 106.