Samuel Cavero Galimidi
Samuel Cavero: "Me interesa reflejar en mi literatura la cosmovisión del hombre andino"

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Fuente: UCH, Lima 06/12/11
http://www.uch.edu.pe/portal/portal_noticias/noticia.php?noticia=noticia408

De niño pensó en ser  médico como su padre, pero optó finalmente por ser oficial de la Fuerza Aérea para darle gusto a su familia. Hasta que un día cansado de la rutina militar solicitó su retiro voluntario y se dedicó  a esa otra secreta vocación que se había forjado en su infancia a través de la lectura y de sus composiciones en la escuela: la literatura.

Samuel Cavero, puquiano de corazón, había redescubierto su vocación y decidió  dedicarse a ella. En su trayectoria de cerca de 30 años como escritor,  ha publicado cuentos, obras de teatro, ensayos y novelas, demostrando una gran dosis de creatividad y versatilidad en el manejo de los géneros literarios.

Ese mismo talento le valió para obtener el 1º Premio Nacional de Novela César Vallejo, organizado por nuestra Universidad y patrocinada por la academia César Vallejo en el marco de su 50 aniversario. Su novela ganadora  La agonía del danzak  es una historia de homenaje y reivindicación a la cultura andina.

¿Cómo nace la idea de escribir la novela ganadora?
Nació desde mucho antes, desde joven. Se cristalizó primero en un cuento que escribí sobre danzantes de tijeras allá por 1990, ya publicado, época en  que creció enormemente mi entusiasmo y mi interés por los danzantes de tijeras. También, por supuesto, por la obra creadora del gran Amauta José María Arguedas.

 ¿Cuánto tiempo le demandó en escribirla?
Aproximadamente un año de escritura y otro de reescritura, esto es de corregirlo permanentemente.

La agonía del danzak es una historia sobre la violencia interna vivida por nuestro país.
Sí, me interesaba que además de lo andino,  lo social y lo político estén retratados en mi novela. Aquí el trasfondo es la denuncia de un sobreviviente de la matanza de Putis, un genocidio condenable que merece ser investigado hasta las últimas consecuencias, toda vez que sus autores siguen bajo la protección de las Fuerzas Armadas, porque  está probado que fueron militares. Allí, en Putis, asesinaron cruelmente a muchas mujeres, niños e inocentes comuneros que huían de los dos frentes de violencia.

Otro aspecto que destaca en la novela es el tratamiento del lenguaje, el uso del español quechizado.  ¿Qué nos puede decir al respecto?
Me interesa mucho reflejar en mi literatura, a la manera de Arguedas, la visión, el sentimiento y la cosmovisión del hombre andino que siente, que habla,  y cuya cultura se mueve sobre base del quechua. Lógicamente como todo concurso en idioma español, no se puede sobrecargar la obra con estos referentes lingüísticos. El quechua es además el idioma de mis padres, de mis abuelos, el idioma que siempre me ha interesado por su variedad dialectal y preocupado por el poco apoyo del Estado a nuestra lengua madre, al punto que profesores e investigadores extranjeros lo hablan muy bien, y muchos peruanos reniegan y desprecian al Runa Simi, tan dulce y melancólico.

¿Qué significa para usted  la  literatura?
Primero es todo ese gran referente enciclopédico monumental desde tiempos bíblicos al cual los escritores nos debemos y no podemos olvidarla. Seguidamente la literatura para mí es pasión, entrega, esclavitud a un ordenador, la motivación por encontrar siempre la justa expresión y temas interesantes para mis escritos.

¿Cuáles son sus influencias literarias?
Antes, en mí  época de apasionado universitario (todo un ratón de biblioteca) podía percibir claramente influencias como de la literatura francesa, rusa, española  e inglesa en especial. Ahora ya no me es posible, pues he leído tanto y de otros tantos países y continentes que mi literatura ya no se debe a una corriente ni a un país o región, o  a ningún escritor en especial; es un mestizaje de influencias que al final es de muchos y de nadie. Sin embargo, diré que de niño me gustaba mucho leer a Tolstoi, Dostoievski, Flaubert, Galdós, Borges, Octavio Paz, Machado y Lorca;  y de los peruanos a Ciro Alegría,  Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa, José María Arguedas y Scorza. Mi literatura,  creo,  tiene su propia voz literaria, sus técnicas y sus puntos cardinales. También, por supuesto, mis propias motivaciones que han surgido gracias al terco ejercicio de viajar, leer, escribir y reescribir.

¿El nombre de la novela es un homenaje a Arguedas?
Efectivamente, en su centenario, no podía ser menos.

¿Qué significado tiene para usted la figura de Arguedas?
Para mí mucho, mucho más de lo que se cree. Pues para comenzar Arguedas tuvo una infancia parecida a la mía, entre gente muy pobre y todos quechuahablantes. También en sus novelas encontramos a Puquio, Lucanas y a los danzantes, grandes referentes en mi biografía personal, pues yo nací en Puquio y siempre me obsesionó esta danza mágica.

Escribe también poesía y dramaturgia, ¿cómo logra esa versatilidad?
Lo aprendí desde niño, en el colegio militar Ramón Castilla donde puse a prueba algunas de mis creaciones. Tengo algunos libros de poesía y teatro ya publicados, pero también abordo por igual el ensayo, la biografía y la autobiografía. Por ejemplo, si tuviese que morirme mañana, ya tendría listo mi propia biografía, puesto que llevo hasta hoy cerca de 600 páginas escritas.

 ¿Cómo ha recibido el Premio Nacional de Novela César Vallejo?
Un aliciente para seguir escribiendo. Agradezco a la Universidad de Ciencias y Humanidades por haberme honrado con este importante galardón. Lo acepto en representación de todos  los que apostamos por la literatura y porque la literatura peruana siga teniendo un altísimo nivel de calidad. Este premio me ha llegado casi a los 50 años de edad, cuando para mí participar en concursos siempre ha sido una especie de apurarse en escribir, de hacerlo mejor. Esa creo es la función que para mí cumple un concurso; me apura, me exige y me motiva, nada más. Los premios pecuniarios a veces ni sé cuánto monto es, como fue en este caso, donde me cuenta el amigo que llevó mis ejemplares, al que le encargué dándole para el taxi para que no lo lleve a última hora,  pues yo me hallaba en un congreso literario en Argentina. Y sucedió lo que a veces pasa, llegó a última hora, más allá de las 5 p.m. y tuvo que rogar para que le aceptasen mis ejemplares. Y se la aceptaron. Y mire usted, la dicha que comparto con todos los ayacuchanos y mis colegas escritores, el último termina siendo el primero. Doble felicidad.
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Samuel Cavero Galimidi.  Estudió literatura y lingüística en la Universidad Católica del Perú (1982-1988). Es, además, periodista colegiado y sociólogo. Ha publicado: Apocalipsis en don Ramón (1983), Premio "Manuel A. Aguijaren" del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú; Un Rincón para los Muertos (1987), y Amaru o la Tentación (1989). Además, el ensayo social "Nuestros Aviadores"(1990) y el libro de cuentos Danzantes en Casa del Diablo (1996), entre otros.

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