Por Juan Carlos Soto
Fuente: La República, Lima 02/01/11 http://www.larepublica.pe/archive/all/domingo/20110102/20/node/315141/todos/1558
Efraín Kristal es un peruano radicado en Estados Unidos a raíz de una tragedia familiar. A los doce años partió de Lima con toda la familia. El plan era acompañar a su madre que iba a seguir una maestría en psicología; luego debían retornar al Perú. Pero a los meses de instalarse en el país del norte, su padre murió fulminado por un infarto, y seis años después, un cáncer se llevó a su madre. El viaje sin retorno no cortó el cordón umbilical con el Perú. Los libros de literatura peruana traídos de Lima afirmaron su vocación y le ayudaron a redescubrir el país natal. Hizo estudios de literatura comparada en Berkeley, filosofía en Francia y un doctorado en Stanford. En 1998 publicó en inglés Tentación de la palabra, un libro que da las claves sobre el proceso creativo de las novelas de Mario Vargas Llosa. “Quise saber cómo un hombre de carne y hueso escribe esas obras”, dice el actual director del Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de California.
¿Entiendo que para descubrir cómo Vargas Llosa escribe sus ficciones, además de leer sus novelas, también leyó a sus autores favoritos?
–Jorge Luis Borges sostenía que uno tiene derecho a apropiarse de lo que esté al alcance de su sensibilidad. Vargas Llosa, Carlos Fuentes, García Márquez, Donoso, etc. comenzaron a escribir historias con modelos concebidos, que ellos transformaron y enriquecieron. Los Buddenbrook, de Thomas Mann, es una novela que inspira a Cien años de soledad. La genealogía de los Buendía resulta similar a la familia de los Buddenbrook. No es una coincidencia, Gabo trabajó con el modelo de Mann.
–¿Entonces los escritores del boom no son originales?
–Ni Shakespeare es auténtico en ese sentido. La ciudad y Los perros se construye con la idea del colegio como microcosmos de la sociedad peruana, planteada en Los ríos profundos de José María Arguedas y antes en Paco Yunque (César Vallejo). En base a su experiencia personal en el Leoncio Prado, Vargas Llosa toma el modelo, pero le añade otra dimensión; la técnica de William Faulkner. El escritor norteamericano en Luz de agosto y favorito de MVLl plantea esquemas temporales muy precisos y bellos. Primero narra los últimos dos meses de la vida de un personaje, Joe Christmas, a partir de un asesinato que cometió. Luego su permanencia en Jefferson, Mississippi, y finalmente el pasado de tres personajes. En La ciudad y los perros tienes la muerte del esclavo en los últimos meses del Leoncio Prado, luego los años de la colegiatura de todos los muchachos y la vida de tres personajes: el Jaguar, Alberto y el Boa. Faulkner crea a Joe Christmas un modelo para el Jaguar, un niño inocente convertido en criminal por las circunstancias de su vida.
–¿La obra maestra de Vargas Llosa es Conversación en La Catedral?
–Su gran tema en la primera década de novelista es la corrupción. También está en Los jefes, La casa verde y La ciudad y los perros. En esas obras nos demuestra cómo la corrupción afecta a una comunidad y pudre al individuo. Y una sociedad tan corrupta como la peruana no cambiará sin reformas radicales.
–¿La técnica de Conversación… tiene algún referente?
–En ¡Absalón, Absalón! de Faulkner dos muchachos de ideas contrapuestas tienen una conversación larga sobre cómo y por qué se arruina el sur de Estados Unidos. Conversación en La Catedral es un diálogo de 4 horas entre Ambrosio y Santiago Zavala. El primero, ex chofer del padre de Santiago, no entiende cómo este joven odia a su padre Fermín Zavala (todopoderoso de la recreada dictadura de Odría). Zavalita tampoco comprende cómo Ambrosio admira tanto a su padre y por qué tuvo una relación homosexual con él. Surgen otros diálogos, el argumento resulta muy convincente. Por otro lado, Anselmo de La casa verde resulta la reencarnación de El hombre que ríe de Víctor Hugo. El horror físico del personaje del francés MVLl lo transforma en horror moral.
–Luego parece haber un proceso de transición, deja de lado el tema de corrupción...
–Añadiría humor e ironía en Pantaleón y las visitadoras. Luego experimentaría algo distinto inspirado en La Tentación de San Antonio, novela de Gustave Flaubert. La historia alterna entre la vida aislada y austera de un ermitaño que vive en un desierto, pero con sus fantasías. La tía Julia y el escribidor es la ilusión del realismo y una autobiografía de Varguitas, alternada con lo fantasioso; las radionovelas de Pedro Camacho. También trabaja con el concepto del fanático en obras de corte histórico y político como La guerra del fin del mundo, donde combina el fanatismo militar y religioso como detonadores de un cataclismo.
–Cambia la tesis del novelista: “el culpable del fracaso del individuo no es la sociedad corrupta, sino el individuo mismo”.
–En sus primeras novelas había optimismo sobre las soluciones a los problemas de América Latina. A partir de Lituma en los Andes aparece una actitud pesimista. Paradójicamente, MVLl se reconcilia con sus personajes fanáticos a los que criticó o de los que se burló anteriormente. No le interesa las consecuencias que provoca un fanático, sino los traumas que llevaron a tal condición.
–El gran demonio literario fue su padre. En varias de sus novelas la relación padre e hijo resulta conflictiva.
–Posiblemente. Sospecho que es una máscara de otro tipo de trauma del que él no hablará nunca. Santiago Zavala rechaza al padre, pero cuando se entera de la vida sórdida y homosexual de este se reconcilia con la memoria de él. La reconciliación se convertiría en el tema central de su novelística. En La Fiesta del Chivo, Urania regresa a Santo Domingo no para reconciliarse con el padre, sino con el entorno cercano.
–¿MVLl es muy autobiográfico?
–Proyecta la idea, pero si lo miramos con lupa, no. La tía Julia… es la novela más autobiográfica. Empero, los diálogos entre la tía y el sobrino enamorado resultan transcripciones modernizadas de conversaciones de novelas de caballería. En el Tirant le Blanc hay una relación de una viuda mayor con un adolescente.
–¿La gran novela de Vargas Llosa?
–Conversación en La Catedral por la técnica y cantidad de personajes, La guerra del fin del mundo es equivalente para América Latina de Guerra y Paz de Tolstói. La Fiesta del Chivo es el regreso a la corrupción, pero intenta explicar cómo se corrompe el entorno de un dictador. Eso no se trabajó antes.
–¿Y la más floja?
–¿Quién mató a Palomino Molero? Requería más trabajo. Lo veo como un desahogo de la comisión que investigó la matanza de Uchuraccay.
–¿Y la última novela, El sueño del celta?
–El Robert Casement de la ficción no es el histórico, que murió como un patriota. Hay una relación bella entre Travesuras de la niña mala y El sueño del celta. Ricardo (de Travesuras...) es un tipo golpeado por muchos traumas y que comienza a enfrentarlos gracias al amor. En El sueño..., en Casement hay una búsqueda constante: de defensor de los derechos humanos pasa a activista de la liberación de Irlanda, luego se decepciona de los nacionalistas, quiere reconciliarse con la religión y tampoco puede. Al final solo tiene ganas de morir. Las dos páginas dedicadas al chicote son de antología.
–¿Qué le dijo Vargas Llosa de sus hallazgos?
–Que le había bajado los pantalones (risas).
La homosexualidad como transgresión
–¿Cuál es el gran personaje de Vargas Llosa?
–Santiago Zavala representa las aspiraciones de una generación. Lituma intenta comprender un mundo distinto. La Flora Tristán de Vargas Llosa no es la misma que se conoce en los libros. Más bien se parece a MVLl cuando estaba en campaña política. La original tenía una visión religiosa y algo racista, rasgos que MVLl elimina de la novela (El Paraíso en la otra esquina). Le añade y le quita cosas pensando en su interés.
–Él introduce mucho el tema de la homosexualidad abordada en varias de sus novelas.
–Coincide con la tesis de George Bataille: el erotismo no es verdadero si no hay una transgresión. En la última época hay una suerte de conmiseración por el placer homosexual. La reconciliación de Santiago con su padre homosexual de alguna manera es la semilla. De igual forma, con Paul Gauguin, Robert Casement, etc.