Por Danilo Sánchez Lihon
Fuente: Lima, octubre 2010
1. Adorar, defender y proclamar
Desde las primeras páginas de las novelas y cuentos de Sócrates Zuzunaga Huaita, nos vamos dando cuenta de que no escribe de acuerdo a las pautas o a las convenciones estatuidas.
Él escribe de acuerdo a lo que sus sentimientos y emociones le dictan, de manera libre, desbordante, dejando aflorar sus sentimientos de manera inatajable.
Así es como logra escribir para niños, con plena honestidad, y en este caso con sublime candor y dulzura.
Y hace valer aquello que, reconociéndose depositario de una herencia legendaria, ha asumido la misión sacrosanta de adorar, defender y proclamar como es el mundo andino.
Por eso, son dignas de figurar en todo Plan Lector sus novelas para niños y jóvenes tituladas: “Y tenía dos luceros”, “Takacho, takachito, takachín”, “Zorrito de puna” y “Negracha”, las tres últimas publicadas por ediciones Altazor.
2. Importa querer y amar
En su prosa no notamos al adulto escribiendo para niños, sino un niño mismo que nos muestra su visión del mundo, sus cariños, sus intereses, sus opiniones, sus temores, sus esperanzas.
Logra ese perfecto mimetismo con el sentimiento infantil gracias a que no acude a él como adulto, ni como profesor, ni menos como ciudadano, ni siquiera como padre, sino que acude como niño y como amigo.
Sócrates no ha perdido su ser niño sino que lo ha conservado para siempre. Y con sus obras lo ha ganado más bien para la literatura.
Se podría decir en relación a él que su reino es el de la infancia no perdida o bien recuperada.
Y la infancia con los mejores e inmensos atributos del afecto hacia todo lo que verdaderamente importa querer y amar, porque es un mundo verdadero y legítimo.
3. Donde todo suena, habla y canta
Los libros de Sócrates Zuzunaga son libros hablados, no escritos sino conversados.
Y fabulados principalmente con los animales, lo cual supone una sabiduría más allá del saber cotidiano.
En ellos se refieren y narran cuentos y se dicen y recrean leyendas.
En su estructura narrativa se insertan relatos que se reproducen a propósito de alguna historia que tiene relación o vínculo con la que se está presentando.
Ello a su vez nos da muestras de cómo prepondera en su trama la oralidad, el diálogo y hasta lo confesado, lo musitado; lo dicho apenas con el aliento y dentro del susurro.
Son libros que se oyen, se escuchan, que son cantarinos y musicales.
El lenguaje es eminentemente onomatopéyico, en donde todo suena, habla y canta, todo se emite o envuelve en sonidos, arrumacos y tronidos.
4. Más cerca de su propio corazón
Otro aspecto del mayor relieve que quisiera resaltar es el amor que se evidencia en ellos, por la naturaleza, por la vida campestre.
En ellos resaltan las presencias inagotables de belleza de lo que es la campiña, el río, los cerros tutelares. Y de todas las manifestaciones primigenias.
Su lenguaje es pausado, privilegiando las sensaciones, la musicalidad de su prosa antes que a la convulsión de lo truculento.
Son sus libros, en este aspecto, íntimos y entrañables.
Sus situaciones se resuelven con frescura y familiaridad, de modo que el niño no asiste en sus páginas a un circo estridente y artificial, sino más bien visita a través de su lectura un espacio familiar y de total intimidad.
Acude más bien y se introduce, mediante la recreación de esta literatura, a explorar y vivir más cerca de su propio corazón.
5. Múltiples distinciones
Sócrates Zuzunaga Huaita nació en el año de 1954 en el pueblo de Pausa, provincia de Páucar del Sarasara, en Ayacucho, en la entraña más honda del Perú. Estudió la Educación Primaria y secundaria en su pueblo natal y la educación superior en Ica y en Lima. Ha obtenido múltiples distinciones literarias en el ámbito nacional e internacional entre los que destacan: el Premio Nacional de Educación Horacio en los años 1994, 1999 y 2000; el Concurso del Cuento de las Mil Palabras de la revista Caretas; el Concurso de Cuento “Inca Garcilaso de la Vega” convocado por la Casa de España; el Primer Premio de Literatura Quechua de la Universidad Federico Villarreal en cuento en el año 2000; y en poesía el año 2006. Ha sido distinguido en tres oportunidades por el Premio COPÉ en la categoría de cuento. En 2006 ganó el Premio Internacional Artífice de Poesía de Loja (España) por su poemario Luz de barro. En el año 2010 ganó el Premio Internacional Copé de Oro de Novela, con su novela “La Noche y sus Aullidos”, pasando así a ser un autor consagrado a nivel continental y en el ámbito de la lengua castellana.
6. Al alma del niño
Tuve la complacencia de editar y presentar en 1998 su novela “Y tenía dos luceros”. Lima: Instituto del Libro y la Lectura, escrita en el lenguaje peculiar que utilizan los niños del Ande.
Es un libro lleno de ternura que absorbe al lector y le hace vivir emociones de dulzura inefable, rico en matices, logrado a través de añoranzas y evocaciones.
En él simultáneamente ejemplifica cómo se puede hacer buena literatura para niños, pero a la vez abierta a los adultos sin resultar ni tediosa ni almibarada.
Casi siempre sus novelas son la historia de la amistad que surge entre un niño y los animales, sea un perro, un zorro, una oveja.
Las siempre sentidas páginas que escribe son un canto hermoso y sublime a la naturaleza, al Ande peruano y al alma del niño que puede ver más allá de las convenciones de los adultos.
7. A lo cual se suma otro valor
Aprecio y admiro en Sócrates Zuzunaga el fervor con que escribe, con total adhesión y convencimiento profundo por lo nativo.
Porque lo hace con lo mejor que tenemos los peruanos, es decir con nuestra ternura.
Porque escribe compasivamente, con adhesión a todo lo sufrido, en conmiseración por todo lo débil, que está en riesgo y requiere de toda nuestra protección.
Sus obras son amorosas, tiernas, delicadas. Constituye el acervo de lo bello a lo cual se suma otro valor cual es lo verdadero.
Porque son obras de alguien no contaminado con las poses intelectuales, que trasuntan un ser puro, legítimo y auténtico.
Porque ha asumido que su misión no es tanto tener éxito, sino forjar una literatura con identidad.