Por Enrique Planas
Fuente: El Comercio, Lima 24/12/11
http://elcomercio.pe/impresa/notas/buscando-orden-cancha/20111224/1352086
El escritor se calza los chimpunes para contar una historia de aprendizaje emocional, tolerancia frente a la diferencia y, cómo no, furiosos partidos de fútbol adolescente. Más que las canchas, fue en el Play Station donde aprendió los secretos del deporte rey
Quería escribir una novela sobre el amor y el fútbol. Un libro de aprendizaje sentimental. Pero no solo eso. Para Iván Thays, escribir una novela para jóvenes implica una responsabilidad. Por primera vez, imaginó a sus lectores reunidos en un salón de clases, leyendo y discutiendo la novela. Y en su interés de motivar el debate, decidió sumar a la historia de “El orden de las cosas” el tema de la homosexualidad.
Así, su más reciente novela publicada por Alfaguara en su serie roja nos cuenta la historia de una gran amistad: la del protagonista con Sebastián, a quien conoce al ingresar al tercer grado de secundaria de un colegio de provincia. Sin embargo, algo hará que esta amistad se haga trizas: Sebastián le confiesa su homosexualidad.
“El escritor debería tratar de darle al lector joven todas las herramientas para que disfrute la lectura, pero además para que empiece a razonar sobre temas que no va a encontrar en novelas juveniles ñoñas. Yo no quería escribir novelas ñoñas. Quería una novela dura, que retrate un mundo en el que los jóvenes se sientan identificados”, explica el autor.
¿Cómo abordas una novela juvenil? ¿Cómo piensas en ese lector?
En realidad, no pensé en hacer una novela juvenil. Quería hacer una novela, nada más. Pero me di cuenta de que había muchos saldos pendientes en mi vida: jugar fútbol en el colegio o tener un primer amor colegial. Y un día decidí contar la historia de un chico que jugaba fútbol y que vivía su primer amor con la chica más guapa del colegio. Por el tono, por la añoranza de lo no conocido, porque me comprometí con el protagonista de una forma muy sentimental, me di cuenta de que era una novela más para jóvenes que para cualquier otro tipo de lector. Lo confieso: no imagino a un adulto leyendo esta novela.
En la novela, confrontas al lector para que olvide los estereotipos asociados a la homosexualidad.
Cuando te dicen que un actor es gay, no te sorprende. Pero cuando descubrimos que el arquero de Alemania lo es, uno dice: ¡No puede ser, es futbolista! La literatura que aborda el tema nos ha enseñado que el gay es el perdedor. Gay puede ser Pichulita Cuéllar, Cara de Ángel o el drogadicto en las novelas de Bayly, pero no quien es primero de la clase, el mejor futbolista del colegio. ¿Y por qué no? ¿Por qué no aceptamos que la homosexualidad es una opción de vida?
¿Los jóvenes de hoy son más tolerantes que los de antes?
Creo que el rechazo es siempre su forma de responder. Cuando uno es joven, todo lo que tiene que ver con la sexualidad es oscuro y los maestros no hacen nada por aclararlo. Lo que yo quiero proponer es que la gente hable de sexualidad. Y me ha costado. Hubo una editorial que no quiso publicar esta novela.
Hay una regla tácita entre editores de novelas para jóvenes: el sexo está prohibido.
Exactamente. Y que no haya gays, a menos que mueran por algún castigo. Me doy cuenta de que esta novela es incómoda para algunos padres de familia y algunos profesores.
CUESTIÓN DE ORDEN
Hablemos de fútbol: ¿el protagonista, un zurdo goleador, es el César Cueto que siempre quisiste ser?
(Ríe). Siempre quise jugar fútbol y nunca fui lo suficientemente bueno para entrar en el equipo. Pero en mi barrio jugaba mucho.
En el colegio, destacar en el fútbol es la principal manera de ser popular.
Era muy tímido. Me sentaba al fondo del salón, no hablaba con nadie, apenas tenía amigos. No hablaba con las chicas. Una vez me quisieron presentar una y me escapé por la ventana. Simplemente me excluí de toda mi vida escolar.
¿Cómo aprendiste ese lenguaje no verbal del fútbol?
Disfruté mucho describiendo los partidos. Me encantaría haberlos jugado. Pero aprendí no jugando fútbol, sino Play Station. Me ayudó muchísimo. Una época nos reuníamos doce amigos en mi casa y hacíamos partidos dos contra dos. Con mi tándem había una comunicación inmediata. Lo miraba, él me daba el pase, y sin hablarlo sabía dónde ponerla.
El fútbol es la clave para demostrar el mensaje de la novela: solo puedes conseguir lo que quieres con orden.
El gran tema de la novela parte del fútbol. En él descubres que existe un orden. Yo puedo ser un gran improvisador, pero un equipo ordenado me ganará siempre.
Incluso para ser feliz hay que tener un orden, afirmas en la novela.
No puedes ser feliz en el caos, no se puede improvisar la felicidad. Para ser feliz hay que ordenarse. Para mí, la idea principal de la novela es que hay que vivir un orden, hay que conocer el orden, sabiendo que ese orden es interior, no algo impuesto por una sociedad conservadora.
Con estas reflexiones, viene la última pregunta. ¿Por qué nuestra selección está penúltima en la tabla de las Eliminatorias si parece haber encontrado un orden?
Bueno, las Eliminatorias recién han empezado. La clasificación se consigue ganando todos los partidos en casa y ganando uno fuera. Perder ocho partidos fuera está dentro de los planes. En general, pienso que el Perú no es un país ordenado en fútbol. ¡Y lo ves en la final entre el Aurich y Alianza Lima! Al jugador peruano le falta ese orden que, creo, Sergio Markarián quiere darle. Pero es muy difícil. No está en su naturaleza. El Perú nunca ha sido un equipo sólido, pero ha tenido muchas grandes individualidades. Y pienso que lo mismo sucede en la literatura peruana. No creo que el nuestro sea un conglomerado ordenado, talentoso, virtuoso. Yo creo que la literatura peruana tira para abajo, es más bien mala, pero tiene individuales geniales. En general, el Perú es un país donde lo individual supera lo colectivo. Quizás deberíamos aprender a ser un país más colectivo.