Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 27/08/08
http://www.correoperu.com.pe/lima_nota.php?id=74005&ed=14
Raúl Tola arremete con Toque de queda, un conjunto de cuentos sobre la imposibilidad de salir en tiempos de violencia subversiva.
Tras dos novelas publicadas, el escritor Raúl Tola reaparece en el escenario literario con Toque de queda (Planeta, 2008), un libro de relatos que intenta retratar la atmósfera opresiva que se vivió en la primera mitad de los ochenta.
C: Tengo entendido que el libro se gesta paralelamente a la escritura de una novela...
Raúl Tola: El libro se fue construyendo al margen de mi voluntad. Porque yo me enfrasqué hace casi ocho años en un proyecto muy ambicioso, en una novela larga, compleja. Y como en todos los grandes proyectos tenía muchas dudas. Y esas dudas fueron surgiendo a lo largo de la construcción de la novela. Y eran dudas tan intensas que simplemente dejaba de escribir la novela por períodos de dos o tres meses. Y en esos meses, para oxigenarme, escribía relatos.
Y cuando terminé la novela y pasé a pulirla descubrí que no funcionaba. Y la dejé archivada. Pero descubrí también que lo que sí funcionaba, los que sí tenían un lenguaje propio y una estructura común eran los relatos.
C: La violencia, presente en tu primera novela, reaparece en este libro.
RT: Lo que pasa es que vivimos en una sociedad sumamente violenta. Y no me refiero solamente a los asaltos, a los asesinatos a los cambistas, me refiero todo, desde las relaciones que van construyendo nuestra vida en la escuela nos damos cuenta que estamos rodeados de una gran carga de violencia. Pero yo creo que hay una distancia entre la primera novela y este libro.
En la novela la violencia era juvenil, y además esa novela la escribí lleno de rabia, pues en esa época tenía 20 años y estaba en un momento complicado. En cambio este libro es un texto más racional, más controlado. Si hay algo de lo que estoy orgulloso en este libro es que por fin siento haber encontrado mi propia voz.
C: Se advierte un avance cualitativo con respecto a tu primer libro. ¿Lo consideras así?
RT: Sí, yo creo que la literatura es un oficio para tercos, para reincidentes. Y que más que un oficio es una vocación, es algo que uno tiene incrustado y que no se lo podrá arrancar nunca. Y lo que he hecho es insistir, y creo que la persistencia ha sido fundamental. Cada uno de los textos que parecen escritos muy fácil ha sido producto de un proceso muy doloroso y complejo de limpieza, de corrección.
C: Observando tus libros en conjunto, encuentro, entre otras recurrencias, que tu literatura es muy visual, llena de imágenes...
RT: Sí, creo que es una virtud, pero también puede ser un defecto. Algo que he logrado en este libro ha sido acercarme a la interioridad de los personajes, con dos o tres frases, pero dándole consistencia a los personajes.
Antes estaban simplemente pintados en la pared. Lo que he tratado de sumar a eso es otros elementos que le dan más consistencia. Y que he logrado porque soy mayor, he leído más, he escrito más...
C: Aunque no se menciona de manera explícita, los cuentos están vinculados de alguna manera por los años de violencia política. El terrorismo está en el libro como una presencia, como una atmósfera de miedo...
RT: Sí, claro. Estuvimos conversando previamente sobre el cuento La víspera, que es el único relato en el que los subversivos tienen voz e imagen. Es un poco como en El silencio de los inocentes, que creo basó su éxito en que Aníbal Lecter apareciera diez minutos en toda la película. Más que un personaje era una presencia que flotaba encima de los demás personajes. Entonces, claro, la violencia subversiva en el libro es algo parecido a eso, más un ambiente, más una sensación, que un hecho concreto.
Cada vez era más difícil salir a la calle, tanto que se nos robó la noche. Ese es el sentido que le he querido dar al título del libro: el Toque de queda significó para mi generación que la noche se volviera un territorio ajeno, alejado, donde ocurrían cosas fantasmagóricas y acontecimientos de guerra entre dos ejércitos de hermanos, finalmente; unos equivocados, seguramente, pero finalmente peruanos. De allí el epígrafe: Ninguna guerra es guerra hasta que el hombre mata a su hermano.
C: ¿Qué tal la experiencia de ver filmada tu primera novela?
RT: Me parece que los ajustes que se le hicieron a la novela fueron muy precisos, sirvieron mucho para la película. Y es bien raro, porque ahora los personajes que antes imaginaba de otra manera, ahora no puedo dejar de imaginármelos como los vi en la película.