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Fuente: La Primera, Lima 13/12/09
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/cultura/palabra-de-narrador_52481.html
Enrique Rozas Paravicino es fundamentalmente un narrador, pero además tiene una aguda observación crítica, por esa razón lo que dice siempre queda registrado.
-¿Cuál es tu evaluación de la narrativa en el Perú?
-Desde Narciso Aréstegui, pasando por Alegría y Arguedas, hasta Miguel Gutiérrez, la narrativa peruana supo amalgamar conflicto social con imaginación poética. Muchos peruanos tomaron conciencia de la exclusión y el entreguismo mediante novelas como “Tungsteno”, “El mundo es ancho y ajeno” o “Todas las sangres”. Scorza, por ejemplo, denuncia a la Cerro de Pasco Corporation en “Redoble por Rancas”. Nuestra narrativa es, pues, una modeladora histórica de la conciencia nacional.
-¿Cuáles son los nuevos narradores jóvenes?
-Son muchos, aunque esto de la edad se presta a una apreciación arbitraria. Pienso que siguen siendo jóvenes Cronwell Jara, Alonso Cueto, Óscar Colchado, Zeín Zorrilla, Nieto Degregori, Miguel Arribasplata, Eduardo Huarag, Flores Aybar y otros jóvenes por la sensación de frescura que impregnan a la narrativa peruana. Cierto que detrás de ellos ya asoma una nueva generación con una sensibilidad peculiar.
-¿En qué medida la crítica permite una adecuada evaluación?
-Es que hay crítica y “crítica”. La más seria, como la ejercida por Tomás Escajadillo y por Ricardo González Vigil, nos brinda un panorama más objetivo y elocuente de nuestra narrativa. El rigor profesional de ambos facilita sopesar niveles y aportes, pero la “crítica” de compadrazgo y capilla más bien suele desvirtuar el balance. Vallejo, Churata y César Moro en su tiempo fueron víctimas de este tipo de crítica.
-¿Como en tu caso?
-Yo resido en el Cusco, donde trabajo en mis proyectos de libros. Me siento fuera de esa división anacrónica de “escritores capitalinos” y “escritores provincianos”, concepto ya barrido por la globalización actual. No importa dónde residas, lo importante es que tu obra esté allí donde se hacen los balances y las propuestas. El último encuentro de narradores de Cajamarca, con motivo del aniversario de Ciro Alegría, es una evidencia de esto. Prevaleció allí la “calidad de voz”, no así la procedencia de cada quien.
-¿Eres un narrador plenamente valorado?
-Si se trata de la valoración del público, creo que sí. Mis libros se leen en diferentes ámbitos y mi audiencia de lectores es siempre creciente. Esto me regocija. Sin embargo, sigo trabajando como si recién tuviera 20 años de edad. Más que el aplauso sesgado de cierta crítica, me interesa esencialmente la valoración del público.