Por Enrique Sánchez Hernani
Fuente: El Comercio, Lima 31 de Julio del 2011
http://elcomercio.pe/impresa/notas/peruano-que-escribe-normandia/20110731/953821
Patrick Rosas, poeta destacado de la generación del 70, partió a París a mediados de esa década, y allá desarrolló su vena narrativa. Vive en Normandía, en el noreste de Francia, dedicado a la literatura.
Patrick Rosas retornó a Lima invitado a la FIL-2011 para presentar “Inolvidablemente”, su nuevo libro; además, dará a conocer “Lo que sé de Camargo”. La poesía parece haber quedado en el camino. Afincado en Normandía, el autor viene desarrollando una vigorosa narrativa.
Empezaste escribiendo poesía. ¿Cómo pasaste a la narrativa?
Luego de escribir “Las claves ocultas y otros poemas”, en 1981, me encontré frente a un vacío, sin inspiración. Para mí, la poesía siempre ha estado vinculada a la inspiración, sea lo que quiera decir esta palabra. Entonces me aventuré por la narrativa, nunca la había practicado. Empecé un largo período de aprendizaje que recién está convirtiéndose en conocimiento. En 1997 publiqué “Viaje a la voz”, fue mi último ejercicio poético. El título lo dice todo: un viaje a la voz interior, poética, que yo quería que resurgiese.
¿Estás satisfecho con tu poesía?
No estoy satisfecho con ninguno de mis libros de poesía. Siento que nunca conseguí plasmar un lenguaje poético propio. Admiro a poetas como José Watanabe, que tiene un verso que es suyo. En mi caso, no; creo que siempre fui un imitador, inspirado por otros poetas, pero no siento haber alcanzado la voz a la que quería ir. En cambio, en la narrativa, a partir del 2000, con mi libro de cuentos “Un descapotable en el invierno”, empiezo a tener una voz propia, temas propios y sé abordarlos a mi manera.
¿Con este proceso tuvo que ver tu viaje a París?
Es posible. La cultura francesa me ha influido mucho, pese a que no soy gran admirador de la literatura gala actual. Admiro sí a Gustave Flaubert, hay algo que me atrae de los escritores franceses: su capacidad para la escritura, no disocian la intriga de la escritura. Francia me enseñó: el prurito por escribir bien, de manera precisa, no emotiva, con distancia frente a lo narrado.
¿Te sientes parte de la tradición literaria peruana?
Sí y no. Escribo en un castellano no propiamente peruano, pero en el cual hay algunos modismos. Hace 35 años vivo en Europa, he pasado más de la mitad de mi vida allá. Me siento cosmopolita, aunque hay gente que encuentra esto un poco presumido. Pero es una realidad. Supongo que pienso como un europeo, quiera esto decir lo que quiera. Hay una cultura que me aleja de la peruana, pese a que los fantasmas y temas íntimos de mis narraciones vienen de mi niñez y adolescencia en el Perú.
¿Por qué no aparece tu presente europeo en tu narrativa?
Porque mi narrativa está muy anclada en mi pasado, en mis fantasmas. Desde los cuentos de “Un descapotable en invierno” me propuse no narrar la actualidad, quizá porque he ejercido durante 25 años como periodista sin vocación, solo para ganarme la vida. También decidí no escribir novelas políticas. Mis novelas son apolíticas, aunque no quiero decir que el tema político no se filtre tangencialmente.
¿Por alguna decepción política?
En mi juventud fui militante trotskista y con el paso de los años, con la muerte de las ideologías y la caída del Muro de Berlín, todo se derrumbó. Luego partí e implicarme en una sociedad, que solo recién ahora es mía, me resultaba difícil. Perdí todas mis ilusiones, ahora no creo absolutamente en nada. Me intereso por la política de la manera más neutral posible, como un espectador.
¿A qué narradores contemporáneos te sientes más cercano?
Quiero subrayar la calidad de una novela de Carlos Garayar, “El cielo sobre nosotros”, que me gustó muchísimo, pero en general leo pocos contemporáneos. Los que me gustan son Flaubert, Nabokov, Conrad. Me atrae mucho la novela centroeuropea como Sandor Marai, Tolstoi, Turgueniev, Chejov.
Ahora solo estás dedicado a escribir, dejaste el periodismo. ¿Cómo fue eso?
En Radio Francia Internacional, donde trabajaba, hace casi tres años llegó una nueva administración con un plan de reducción. Hicimos una huelga de varios meses y finalmente conseguimos que solo dejaran sus cargos los que querían partir voluntariamente. Por las condiciones financieras y mi edad, a mí me convenía eso. Ahora tengo mucho más tiempo para escribir. Dejé de vivir en París, me fui a al campo, a Normandía, con mi mujer, donde hay una paz celestial, nadie te llama por teléfono. Como soy perezoso y muy desorganizado, al tener más tiempo puedo organizarme mejor, escribir y leer más.