Por Jorge Tume Quiroga
Fuente: 02/05/10
Henry Quintanilla (Ayacucho, 1973) es el autor de El maravilloso viaje de Francisco Caoba, novela para niños que ya agotó cuatro tirajes, su éxito lo ubica como un escritor que nos ha sorprendido gratamente. Producto de su amor por la naturaleza, acaba de publicar el segundo volumen de lo que ya se ha convertido en su victoriosa saga. Buena suerte, Francisco Caoba continúa con las aventuras de este árbol soñador que reverdece con fuerza en el corazón de nuestros niños. Sobre esta nueva novela, interrogamos a la nueva promesa de la literatura infantil ayacuchana.
Acaba de ser publicada la segunda parte del exitoso libro “El maravilloso viaje de Francisco Caoba” ¿Estaba en tus planes esta nueva entrega?
No, todo salió pensando en que tenía que escribir un poema, cuando de pronto, al empezar el primer verso sentí la necesidad terrible de estructurar el libro que Francisco me dictó una noche cuando caminaba extasiado de felicidad por las calles grises. Ese verso que quiso convertirse en un poema me llevó al placer contagioso de caer al fondo del mar, sintiéndome un pez que debía narrar, despreocupadamente, el viaje de retorno, y la vida empezó a fluir como lo supuse en mi imaginación.
¿Cuál crees que es la razón del éxito de este árbol soñador?
Es un árbol que sale a luchar por todos los hombres que se han quedado con los brazos cruzados, eso le da la magia. Al leerlo, descubren que la mejor manera de vivir es acudiendo a la voluntad que mueve montañas. Francisco nos revela que las cosas en el mundo tienen que cambiar, es allí donde los niños descubren que el planeta les pertenece y deciden salvarlo. En segundo término el libro infunde magnetismo, ganas de sobresalir en la vida. Eso le gusta a los niños, que alguien les diga que el mundo está en sus manos.
En estos dos volúmenes, los hombres (cabezas rapadas), no son digamos gratos personajes ¿Qué piensas de la evolución de la raza humana?
La raza humana no asume la destrucción. Solo unos cuantos hombres gobiernan el mundo: eso ha creado sinsabor: la lucha es desigual. En ese sentido, los cabezas rapadas, son conscientes que el planeta está asumiendo su propia lucha, por eso debemos dialogar para que no siga sucediendo nada malo. Todo se puede solucionar si logramos entendernos.
A tu manera ¿Pretendes deshumanizar al hombre o humanizar a los árboles y animales?
Los hombres por sí solos se están deshumanizando, por esa razón los árboles asumen su identidad para re humanizarlos, es una dicotomía que nos lleva a pensar. Recuperarlos como seres humanos es la tarea que nos debe motivar para que las cosas funcionen. Creo que la Naturaleza nos enseña: los árboles son nuestros sagrados maestros.
Si eligieses convertirte en un árbol ¿Qué árbol serías?
Yo me reencarnaré en un árbol de caoba. No es ninguna soberbia, pero les diré que mis ancestros son árboles y mi familia son todas las especies que existen. Así que muchachos, la vida en el más allá será una aventura tremenda.
¿Desde cuándo y por qué empezaste a escribir literatura infantil?
Empecé a escribir literatura infantil porque estoy convencido que la poesía ha muerto. He matado a la poesía y sobrevivo ahora por el poder de la literatura. En realidad la transformo, la convierto en narrativa: vale la pena practicar esa alquimia.
¿Consideras que Francisco Caoba es tu personaje más completo y del que deberías sacar más partido con otras aventuras en nuevos libros?
De hecho, es el personaje que me ha dado razones para seguir viviendo. Francisco debe seguir vivo, esa es mi responsabilidad y mi compromiso con el existencialismo extremo.
Es difícil inmiscuirse en el alma de un niño ¿Consideras que lo has logrado?
Lo intento: mi actitud es la de un niño. Eso es importante para mí, por eso creo que lo estoy logrando, es el poder que estoy asumiendo con ternura. Los niños son quienes me juzgan, yo tengo confianza que no los defraudaré. Ellos son mi brújula y mi pasión.
¿Cuánto del Henry Quintanilla de los abuelos de mi infancia (tu libro autobiográfico), está presente en las dos entregas de Francisco Caoba?
Los abuelos de mi infancia es mi biografía. No la pensé así, sería ficción, pero el corazón terminó ganándome. En cambio Francisco Caoba es mi libro de ficción, solo el árbol de caoba que plantó mi abuelo es real.
¿Qué fórmula debemos aplicar para conseguir que el ser humano sea más consecuente con el medio que lo rodea, con la defensa del ecosistema?
Que ame la naturaleza, que sienta que vivir entre árboles es maravilloso. Es imprescindible que defendamos la naturaleza con garras y dientes. La ecología debe ser un asunto ético.
Insisto ¿Y tu poesía?
La escribo en secreto.
¿Cuántos volúmenes tienes proyectado para el árbol soñador?
Cien. Eso significa que escribiré toda la vida. He hecho un pacto con la Naturaleza. Mi responsabilidad y compromiso es con los árboles que han acudido a mí. Algunos pensarán que exagero, pero es así. Todos en la vida asumimos un posición, esta es la mía.