Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 16/09/09
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20090916/28/node/218568/todos/11
Eduardo González Viaña presenta libro Vallejo en los infiernos. Libro reeditado por el Congreso de la República desentraña los hechos por los que el poeta fue apresado.
César Vallejo es una figura a la que siempre vuelven los lectores y los estudiosos. Eduardo González Viaña ha vuelto con una novela, Vallejo en los infiernos, que reedita el Fondo Editorial del Congreso de la República. Se trata de una novela biográfica que se adentra en la experiencia carcelaria de la que fue víctima el poeta en Trujillo en 1920. Esta noche, en el Hemiciclo Raúl Porras Barrenechea la novela será presentada por los vallejianos Jorge Puccinelli y Max Silva Tuesta.
“De nuestro poeta se nos suele mostrar la misma imagen. En las fotografías, está siempre sentado en el mismo parque de París y se sostiene la cabeza con la mano, y así era, por cierto, en una etapa de su vida. Pero se les olvida recordar la vida de ese hombre cuando no tenía aún treinta años, sus amistades, sus enamoradas, sus lecturas, su apego a las ideas del cambio social en el Trujillo de los años 20. De todo eso trata esta novela”, afirma González Viaña.
–¿Qué más se puede saber ahora de nuestro poeta que no se supiera antes?
–Mira, los apologistas olvidan que ese hombre vivió de joven una experiencia infernal que habría de marcar su vida y su obra para siempre, su prisión en una cárcel del Perú. Los propios vallejianos narran someramente ese incidente como si se tratara de una riña cantinera, y, sin embargo, habrá que recurrir a ese recuerdo para entender la gestación y el propio sentido de Trilce, su obra fundamental. Tal vez mi novela relata lo que ese hombre sentado está recordando la tarde en la que le tomaron esa foto.
–¿Y qué está recordando?
–¿Qué crees que puede recordar un hombre que ha vivido la espantable pesadilla de la cárcel y que sabe que, de volver a su país, la sombra y los barrotes son su único destino? Mi libro es una novela biográfica basada en hechos reales que conozco por el examen del expediente judicial así como por las cartas, los diarios y una serie de testimonios que eran ignorados hasta nuestros días. Lo que se obtiene de todo ello es la imagen de un hombre valiente y la verdad de un proceso judicial que fue una burda mascarada para escarmentar a la juventud rebelde de Trujillo. De esa prisión solamente se salía enfermo, loco o muerto. En esa foto de París, el poeta ha recibido ya varias notificaciones judiciales que requieren su presencia ante los jueces peruanos. ¿En qué crees que estaba pensando? ¿En qué pensarías tú?
–¿Se trata de una imagen más política de Vallejo?
–Por supuesto. Vallejo que no es el poeta llorón que se suele pintar. Es un poeta revolucionario. La prisión ha sido destinada para aplacar a la juventud rebelde que en Trujillo forja en esos tiempos utopías revolucionarias. Me refiero a Antenor Orrego, a Víctor Raúl Haya de la Torre, entre otros.
También novela juvenil
Eduardo González Viaña presentará ¡Quién no se llama Carlos!, una novela de tono juvenil y publicada por SM.
–¿Qué significa en tu evolución creativa la novela ¡Quién no se llama Carlos! ?
–En primer lugar, la repetición de un tema obsesivo, el de la inmigración. El choque cultural es percibido allí a partir de la óptica de un personaje juvenil, Fabio, quien se describe a sí mismo y a sus padres como tripulantes de una nave espacial.
–Pero además la novela está colmada de alusiones satíricas a la educación en los Estados Unidos y a la vida en ese país.
–Sátira, sí, pero con amor. Déjame decir por favor que aparte de lo que hay en primer lugar, también hay una permanente reflexión sobre la vida humana, la relación con la naturaleza, Dios, el amor, la trascendencia. Lo que pasa es que siempre he creído que la literatura debe servir valores. Mi tarea como escritor no va a cambiar al mundo, pero me induce a servir valores sin los cuales no es decente ni justa la vida en este planeta. Como todo lo que he escrito, esta novela está al servicio de ciertos permanentes valores humanos.