Por Francisco Melgar Wong
Fuente: El Comercio, Lima 9 de Agosto del 2011
http://elcomercio.pe/impresa/notas/escribir-ambos-lados-frontera/20110809/1002306
Escribir desde afuera. Eduardo González Viaña sabe bien de esto. En los últimos años su literatura ha seguido el camino de su itinerario vital. Al trasladarse a Estados Unidos, las historias de este narrador nacido en el caluroso Chepén se poblaron de inmigrantes que buscaban encontrar su propia definición del sueño americano.
Con un pie en el país del norte y otro siempre bien plantado en el Perú, González Viaña regresa al Perú con una doble entrega literaria: la novela “El amor de Carmela me va a matar” y la antología de textos de su blog “El veneno de la libertad”.
Regresa al Perú con dos libros bajo el brazo. ¿Qué nos puede contar de este doble alumbramiento literario?
Yo vengo al Perú todos los años durante el verano estadounidense y tengo que traer algo conmigo. Además, por supuesto, de traer varias maletas llenas de regalos, en especial medicinas, fármacos y vitaminas para mis amigos que están en la tercera o cuarta edad. En esta ocasión he traído dos libros: “El amor de Carmela me va a matar”, que es una novela sobre el amor por Internet, y un conjunto de textos de mi blog El Correo de Salem, bajo el título de “El veneno de la libertad”.
Es curioso que Internet esté en ambos libros, ¿no le parece?
Es cierto. Lo que pasa es que estoy enamorado de Internet. Es la mejor herramienta para cultivar la nostalgia. Y yo vivo una permanente nostalgia desde que me fui a Estados Unidos hace más de veinte años.
¿Se considera un fanático del Facebook?
Me he metido desde hace tres meses y ya tengo más de tres mil amigos. El Facebook te invade.
Muchos de los textos del Correo de Salem hablan de la realidad nacional. ¿Escribir el blog le ha obligado a permanecer conectado con lo que ocurre en el Perú?
Permanentemente. Esa nostalgia de la que te hablaba me lleva a acercarme al Perú. Todos los días leo los periódicos y participo de las discusiones sobre lo que ocurre en mi país. Creo que soy un poco injusto cuando hablo de nostalgia. En verdad estoy siempre conectado con el Perú.
Con la objetividad que proporciona la distancia, ¿qué cambió en el Perú desde que se fue?
Los peruanos más superficiales dicen que el Perú ha cambiado porque ahora hay más centros comerciales y restaurantes. Pero hay otro Perú que no ha cambiado y está en su idiosincrasia. Y ese es el Perú que yo he aprendido a querer. El Perú que no varía.
¿Dónde está ese Perú que no varía?
Está en Machu Picchu, en Chan Chan. En la conversación con el taxista, con mis hermanos. Está en las comidas. Eso es lo que no ha variado, por suerte. A mí me alegra profundamente volver a mi país y encontrar eso. Yo creía que iba a encontrar habitantes de ‘malls’, robots. Aunque siempre hay gente hablando sola, con sus teléfonos móviles. Creo que, aunque me haya ido hace veinte años, esa gente está más alejada del Perú que yo.