Luis Freire Sarria
"El humor lamentablemente no mata a nadie"

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 17/06/09
http://www.larepublica.pe/cultural/17/06/2009/quotel-humor-lamentablemente-no-mata-nadiequot

Escritor Luis Freire Sarria habla de sus dos últimas novelas premiadas. El Führer de niebla y El perro sulfúrico, dos, según él, libros escritos con mordacidad.


Luis Freire Sarria es el escritor que ha venido del periodismo. Su prosa, ácida, humorística, cultivada en el oficio de columnista –que es el periodismo que hace Freire– ha ganado no pocos galardones. En el 2005 obtuvo el Premio Nacional de Novela Julio Ramón Ribeyro, del Banco Central de Reserva del Perú, con El sol salía en un Chevrolet amarillo. En el 2008, el Premio Nacional de Novela Federico Villarreal con El Führer de niebla, Y este año, con El perro sulfúrico, el Premio Nacional de Novela del diario El Comercio.

Las respectivas novelas de los dos últimos premios aún no han llegado a la imprenta. Creemos, como lo señalaban las bases, que ya estén en camino, aunque, como es el caso de la U. Villarreal, que es del 2008, ya está demorando mucho.

El Führer de niebla –cuenta Freire– es la historia de dos nazis alemanes, un pastelero y un astrólogo, que huyen de Berlín y, luego de pasar por Argentina, recalan en Chaclacayo, donde en la década del sesenta ponen una pastelería y un programa televisivo de yoga, respectivamente. La aparición de una médium rumana los lleva, junto con un pequeño grupo de viejos fascistas peruanos y ex miembros de la Unión Revolucionaria de Luis A. Flores, a convocar a Hitler mediante sesiones de espiritismo. Tienen la esperanza de formar un nuevo partido fascista guiado desde el más allá por Hitler. La novela termina con la muerte de un joven neofascista, alienado por las apariciones del Führer en las sesiones de espiritismo”.

“Y El perro sulfúrico –agrega Freire– es la historia de una revista humorística, intercalada con mi paso por tres diarios y mis vicisitudes personales entre 1978 y 1983”.

–Que en El perro… haya periódicos, ¿supone una mirada cotidiana de la violencia de esos años, como Sendero?
–Hay alusiones por supuesto al terrorismo, pero mi novela no es la de que hagan incidencia a lo sociológico, lo político. No es mi manera de escribir. Si aludo a eso, yo estoy más allá de lo coyuntural. Yo voy siempre a lo esencial. Lo que presento allí todo es inventado. Por ejemplo, Sendero nunca tomó la revista como ocurre en la novela, pero sí cuelga perros muertos…

–Pero allí brota el realismo.
–De hecho que hay elementos reales históricos, hay bastantes, pero no es una novela que siga a la realidad.

–¿No evalúa la realidad?
–La evalúa, pero desde la ficción. No es una novela tipo realista que la podría haber escrito Vargas Llosa y otros autores. Es una novela que roza lo fantástico por momentos, lo irreal. Hay un personaje que tiene la facultad de transformarse en otro ser por breves minutos. Se transforma en Haya de la Torre, en Cristo, incluso en el Espíritu Santo. Es como glorificar el humor.

–¿Rozas lo irreal?
–Me gusta mucho lo que toca lo onírico, lo irreal. Yo de adolescente leía mucho ciencia ficción. Nunca he podido ser realista.
Siempre he tendido a usar la realidad como un trampolín para crear ficción que viole la realidad. El realismo no va conmigo.

–¿Escribir es una forma  de exorcismo personal?
–Ah, claro. Es un vehículo de expresión de crítica y de juego.

–¿El humor es una escritura que muerde?
–Es una manera de expresar y de agredir aquello que considero injusto, que está mal y que no merece ser respetado. Instituciones que me parecen huecas, vacías. El humor lamentablemente no mata a nadie.

–¿Ahora estás dejando el encasillamiento del periodista?
–Tengo una columna en Caretas. Yo empecé a escribir novelas desde que me quedé sin trabajo, cuando cerró El Sol. Me sobraba el tiempo. Pero escribí novela también porque podía hacerlo.

Perfil

Luis Freire. Nació en Lima, en 1945. En 1999 ganó El cuento de las dos mil palabras con “Se comienza con la mantequilla”. Aparte de las novelas citadas en esta entrevista, tiene inéditas El simio mefistofélico y Asalto a Jehová.

Lo mío es la síntesis

–Tienes una escritura carburada un poco por el lado periodístico, ¿eso acaso te ha distanciado del gremio de los escritores? No figuras en las antologías.
–La razón es muy sencilla. Yo empecé a publicar a los 55 años. Antes yo había publicado dos libros de cuentos muy cortos y el 70 gané un par de menciones honrosas en el concurso de Caretas. Nunca pude escribir algo que no sea un cuento muy corto. Yo siempre estuve como encarcelado, no podía salir de allí por más que quería.

–¿Por el formato de columna?
–No, no, ese es mi registro personal. Yo desde adolescente he escrito de manera muy breve. Tengo esa tendencia a lo extremadamente breve. Mis novelas son breves. Voy por la síntesis. Tiendo a resumir, a decir las cosas en una sola frase, no en veinte. Eso me constriñe y hace que cuide mucho la forma.

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