Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 30/06/09
http://peru21.pe/impresa/noticia/sin-pensamiento-no-hay-desarrollo/2009-06-30/250346
Augusto Castro es autor de La filosofía entre nosotros. Cinco siglos de filosofía en el Perú. Allí analiza el pensamiento de 'El Lunarejo’, González Prada, Salazar Bondy y muchos más.
“Es probable que un país sin filósofos esté condenado al subdesarrollo. Felizmente, el caso del Perú es distinto: nosotros sí hemos tenido –y tenemos– filósofos. Sin embargo, el pensamiento de estos no ha sido tomado en cuenta. En general, un pueblo que no valora su tradición, su historia y su pensamiento alberga carencias que afectan su vida social y su vida económica”, nos dice Augusto Castro, profesor de la Universidad Católica y autor del libro La filosofía entre nosotros. Cinco siglos de filosofía en el Perú, que acaba de publicar el Fondo Editorial de la PUCP.
“La filosofía es un ejercicio de de-senmascaramiento de la realidad. El filósofo busca la verdad… y eso puede ser peligrosos en un país teñido de mentiras. El filósofo va al meollo de las cosas, y aquí estamos acostumbrados a dar vueltas alrededor de ellas. La filosofía, por naturaleza, es una actividad critica”, agrega.
Pensamiento de larga data.
El libro es ambicioso. Cubre un espacio de cinco siglos, que se inicia con la escolástica (el periodo colonial hasta el siglo XVIII), pasando por la independencia, las ideas del liberalismo (Viscardo y Guzmán, Unanue, Baquíjano y otros), el positivismo (Sebastián Lorente, Manuel González Prada y Jorge Polar), las posturas espiritualistas (Alejandro Deustua, García Calderón y Mariano Iberico), hasta llegar “a la liberación y la esperanza, a través de las ideas de Augusto Salazar Bondy y de Noé Zevallos”.
“Mi estudio puede ser considerado ambicioso pues hasta hoy no teníamos un hilo conductor en la tradición del pensamiento occidental peruano. Salazar Bondy hizo un trabajo interesante, pero estaba circunscrito a la República. Allí 'descubre’ que nuestra filosofía había sido imitativa, un tanto postiza y poco crítica”, señala Castro.
“Yo he ido un poco más atrás y he aprovechado varios estudios nuevos. Por ejemplo, la escolástica, donde se desarrolló la lógica, la epistemología –científicos coloniales fueron los informantes de Humboldt–, etcétera. Falta trabajar sobre la mística colonial. Yo me centro en los probabilistas, en Antonio Ruiz de Montoya y en Juan de Espinoza Medrano, 'El Lunarejo’”, sostiene el filósofo.
“Las ideas coloniales son la base del pensamiento que tenemos hoy en Latinoamérica: un liberalismo católico, escolástico. Ojo, este liberalismo es muy particular: no es como el francés o el anglosajón. Y explica las síntesis extrañas que tenemos hasta hoy: los liberales católicos son raros. Este liberalismo deviene en posturas positivistas, radicales, dogmáticas.
Esto genera, dentro del mismo positivismo, una reacción –en la que destaca Deustua– que abre una reflexión más idealista. Allí aparecen Iberico, García Calderón, Riva Agüero, Belaúnde y el propio Mariátegui, quienes, a pesar de tener signos políticos distintos, no son racionalistas pues consideran a la sensibilidad como un tema fundamental”, concluye.