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Fuente: Correo, Lima 23/08/09
http://www.correoperu.com.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=0&txtSecci_id=82&txtNota_id=119725
Carlos Calderón Fajardo prefiere mantenerse al margen de aquellos que lo catalogan de "escritor fantasma" -como lo hizo en los 70 el crítico alemán Wolfgang Luchting-, "huraño", "outsider", o "de culto" -la peor de todas, según me confiesa-. Lo que sí resulta una verdad ineludible es que ha logrado edificar una sólida e importante obra literaria que le ha granjeado no sólo el reconocimiento crítico sino, además, una nada deleznable legión de lectores, entre los que se cuentan muchos autores jóvenes. A manera de celebración por sus cuatro décadas de autor, acaba de aparecer Antología íntima (Casatomada editores, 2009), que reúne su narrativa breve desde el año 1969.
Correo: ¿Qué siente un autor al revisar toda su obra cuentística para una antología?
Carlos Calderón Fajardo: Tenía miedo, pues hacía 30 o 40 años que no había leído la mayoría de mis cuentos. Como sabes, la mayoría de escritores escribimos un libro y no volvemos a leerlo nunca más, salvo que haya una reedición. Yo temía que mis cuentos, sobre todo los primeros, podrían haber envejecido. Sin embargo, pienso que no ha sido así.
C: ¿Qué conclusiones sacas al revisar tu obra cronológicamente?
CCF: En mi primera etapa cuentística, a pesar de que habían ya relatos fantásticos, predominaba una línea realista-urbana, incluso de preocupación social (que no ha dejado de estar presente en mi literatura. Allí está la novela El huevo de la iguana). Y luego he visto como, a lo largo de los años, sin cambiar fundamentalmente lo que soy como autor, me he encontrado con cuentos, desde Historias de verdugos, donde alcanzo mi personalidad. Y que llegan a su mejor momento en el libro Playas.
C: En el prefacio señalas que la literatura permite acceder a ciertos sectores de la realidad que de otra manera no se podrían conocer?
C: Sí, hay muy buenas crónicas, desde Kapuscinski hasta Jaime Bedoya, por decirte algunos nombres. Otros textos pueden ser de carácter sociológico e, inclusive, histórico. Pero todo eso no es literatura: es periodismo, es sociología, es historia. La literatura es ficción, es mentira, es un arte estético creado para generar placer en la persona que la lee. Y curiosamente, con esa mentira, con esa cosa que no es verdad, logra vislumbrar aspectos de la realidad que las otras disciplinas no logran. Y eso está desde Dostoievski. Él se adelanta a Freud y a todo el mundo al descubrir mundos del inconsciente, de la vida interna.
C: Tu literatura ostenta diversos registros?
CCF: Sí, fantástica, policial, gótica, realista. Pero el que cuenta siempre es el mismo, y siempre es un peruano el personaje central. La novela puede suceder en la India, pero el personaje es siempre peruano.
C: Al revisar tu obra, uno advierte que el mar es muy importante para ti.
CCF: Sí, es cierto. A pesar de que, en primer lugar, nací en Juliaca y viví allí hasta los dos años. Y cuando voy a la Sierra me siento muy contento. Mis ancestros son andinos. Pero yo siento que mi lugar en el mundo son las playas de la costa del Perú. Tengo un libro de cuentos que se llama El hombre que mira el mar. Y siento que soy yo.
C: Otra característica es la presencia de lo metaliterario.
CCF: Eso tiene que ver con la idea, que yo siempre he considerado, que la lectura es una gran vivencia. Algunos consideran que las cosas reales que uno hace son únicamente vivencias y no las cosas que uno lee; yo no pienso así. Pienso que las lecturas tienen una fuerza tan grande como tener un perro, conocer un amigo o visitar una ciudad. Hay cosas que marcan y un libro te puede marcar. Y cuando uno es escritor, como tú o como yo, se vive rodeado de libros. Nuestros mejores amigos son escritores. Leemos mucho. Nuestro imaginario está muy relacionado a contextos escritos. Los jóvenes de ahora están más conectados con los juegos de video, con el internet, con el anime japonés.
Novela sobre Sara Hellen
C: Se va a presentar pronto una reedición de tu novela sobre Sara Hellen.
CCF: Sí, hubo la famosa cuestión de la resurrección de Sara Hellen en 1993. Y se hizo el gran chongo en el Perú. Y en esa época frecuentaba mucho a un grupo de jóvenes escritores en donde estaban Pepe Donayre, Iván Thays y Ricardo Sumalavia. Y entre los cuatro decidimos escribir cada uno una parte de una novela de 200 páginas. Y yo iba a escribir el viaje de Sara Hellen desde Inglaterra hasta acá. Pero a la hora de entregar las partes, el único que cumplió fui yo. Y Ricardo Sumalavia la publicó en una edición limitada. Y ahora ha salido, corregida y aumentada.